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Está por terminar uno de los períodos más extraños de la economía mundial. Irónicamente, el síntoma más claro de normalización es la volatilidad reciente en la tasa de cambio.
Esta es una variable “esponja”, pues recoge toda la información de una economía. Todos los sobresaltos, temores, expectativas, pesimismo u optimismo, no sólo sobre Colombia, que emite pesos, y sobre sus pares regionales, sino sobre la economía que emite el dólar, los Estados Unidos, influyen en la tasa de cambio en cada minuto, cada hora y cada día.
La fuerza dominante durante los últimos seis años ha sido la inmensa cantidad de dólares que imprimió la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) para evitar la quiebra de su sistema financiero. Esa fue la madre de la anormalidad económica del mundo desde 2008. Aún siguen emitiendo dinero, pero han decidido cerrar paulatinamente la llave a lo largo de los próximos meses. Esta decisión cambió todo.
Durante los últimos seis años Colombia debió soportar la revaluación, al igual que muchos países emergentes. El alto valor del peso lo llevó en algunos momentos cerca a los $1.700 por dólar. Era a todas luces un fenómeno transitorio. El paulatino retorno a la normalidad monetaria de EE.UU. devaluó al peso, y lo tiene por encima de $2.000 por cada dólar.
¿Qué aprendimos del pasado y qué puede pasar en el futuro cercano? Por varios años estuvimos con “la cabeza bajo el agua”. A nuestros exportadores, en especial los de manufacturas y del agro, les faltó oxígeno económico; un peso fuerte secó su capital de trabajo, redujo sus ganancias y, en algunos casos, destruyó su viabilidad económica.
Este fenómeno compensó las ventajas derivadas de los TLC, de las rebajas de aranceles y del menor costo del crédito en virtud del grado de inversión, beneficios obtenidos por el gobierno Santos.
Desde que empezó este mandato, insistimos en la transitoriedad del fenómeno revaluacionista. Ello justificaba una agresiva política de defensa cambiaria, similar a la que tiene Perú, siempre y cuando se mantuviera la inflación bajo control. El Banco de la República no fue completamente sordo, pero sí tímido.
Desde mediados de 2013 vivimos la volátil recuperación del equilibrio en pesos/dólar. Otros mercados emergentes como Venezuela, Argentina, Turquía, entre otros, han sido atacados con fuerza.
La economía de Colombia ha estado sólida por haberse acercado al equilibrio fiscal, por tener empresas y familias con relativo poco endeudamiento, y no en dólares. Y porque el sistema financiero es solvente.
Colombia se preparó para que el gran oleaje que tarde o temprano vendría del cambio de política monetaria de EE.UU. no diera al traste con la tranquilidad de las finanzas familiares, empresariales, fiscales y de la banca. Esta es la prueba reina del prudente manejo económico del gobierno Santos.
La mejor definición de “deuda” es que la misma refleja la diferencia entre lo que uno es y lo que cree que es. Siempre que no creamos lo que no somos, y que nos endeudemos solamente en lo que podemos pagar, podremos soportar casi todo lo que venga de afuera.
Una vez pase esta fase álgida, la tasa de cambio debe retornar a fluctuar cerca de su nivel de equilibrio, que consideramos entre $1.900 y $2.000. No obstante, en función de lo que suceda en las economías vecinas, puede pasar algún tiempo antes de que esto se materialice.
* Ex ministro de Hacienda
