En el costado occidental del parque de la 93, en Bogotá, pasa desapercibida la adusta efigie de uno de los colombianos más ilustres. Este mes de agosto se cumplieron 25 años de su fallecimiento.
Alfonso Palacio Rudas, el Cofrade. Nacido en Honda, fue líder estudiantil, contralor de la República, congresista, diplomático, alcalde de Bogotá, ministro y miembro de la constituyente de 1991. El Espectador publicaba los domingos su columna; extensa, profunda y erudita. En esa época su pluma fue la más autorizada en temas de economía y, sobre todo, en materia fiscal y presupuestal. No era un teórico pedante. Keynesiano intuitivo, fue amigo de la intervención del Estado en la economía. Su vasto conocimiento de la hacienda pública se expresaba de una manera práctica, lo cual les permitía a los lectores acercarse a entender los vericuetos macroeconómicos.
El Cofrade confesó que una de sus lecturas habituales y más gozadas era la del Diario Oficial, especialmente las leyes relacionadas con la economía; sus predilectas eran las que aprobaban el presupuesto nacional. Lo leía con lupa, rubro por rubro, renglón por renglón. En muchas ocasiones encontró agazapados en el presupuesto nacional torcidos y marrullas. Los ministros de Hacienda le temían, porque las críticas a su gestión eran autorizadas y con pleno conocimiento de causa. Nunca nadie pudo reemplazarlo en esa devoción y acuciosidad para estudiar cómo se utilizan los recursos públicos.
La vida de el Cofrade está llena de anécdotas. Apasionado por las carreras de caballos fue propietario de varios purasangres triunfadores en el hipódromo de la 53. Se casó joven y con muy pocos recursos. Cuenta Yezid Castaño que, la noche de su matrimonio, Palacio compró en Panamá un billete de lotería con el que se ganó US$9.500, una fortuna en esa época.
El tema económico será fundamental en la campaña presidencial que virtualmente ya comenzó —con la grata y esperanzadora presencia de Alejandro Gaviria—. Los populismos de los extremos pretenderán venderles a los electores que ellos sí saben cómo hacer correr ríos de leche y miel. Se necesitarán voces autorizadas en la opinión pública para advertir que no existen milagros contra la pobreza y la desigualdad.
@jcgomez_j
En el costado occidental del parque de la 93, en Bogotá, pasa desapercibida la adusta efigie de uno de los colombianos más ilustres. Este mes de agosto se cumplieron 25 años de su fallecimiento.
Alfonso Palacio Rudas, el Cofrade. Nacido en Honda, fue líder estudiantil, contralor de la República, congresista, diplomático, alcalde de Bogotá, ministro y miembro de la constituyente de 1991. El Espectador publicaba los domingos su columna; extensa, profunda y erudita. En esa época su pluma fue la más autorizada en temas de economía y, sobre todo, en materia fiscal y presupuestal. No era un teórico pedante. Keynesiano intuitivo, fue amigo de la intervención del Estado en la economía. Su vasto conocimiento de la hacienda pública se expresaba de una manera práctica, lo cual les permitía a los lectores acercarse a entender los vericuetos macroeconómicos.
El Cofrade confesó que una de sus lecturas habituales y más gozadas era la del Diario Oficial, especialmente las leyes relacionadas con la economía; sus predilectas eran las que aprobaban el presupuesto nacional. Lo leía con lupa, rubro por rubro, renglón por renglón. En muchas ocasiones encontró agazapados en el presupuesto nacional torcidos y marrullas. Los ministros de Hacienda le temían, porque las críticas a su gestión eran autorizadas y con pleno conocimiento de causa. Nunca nadie pudo reemplazarlo en esa devoción y acuciosidad para estudiar cómo se utilizan los recursos públicos.
La vida de el Cofrade está llena de anécdotas. Apasionado por las carreras de caballos fue propietario de varios purasangres triunfadores en el hipódromo de la 53. Se casó joven y con muy pocos recursos. Cuenta Yezid Castaño que, la noche de su matrimonio, Palacio compró en Panamá un billete de lotería con el que se ganó US$9.500, una fortuna en esa época.
El tema económico será fundamental en la campaña presidencial que virtualmente ya comenzó —con la grata y esperanzadora presencia de Alejandro Gaviria—. Los populismos de los extremos pretenderán venderles a los electores que ellos sí saben cómo hacer correr ríos de leche y miel. Se necesitarán voces autorizadas en la opinión pública para advertir que no existen milagros contra la pobreza y la desigualdad.
@jcgomez_j