Un 24 de julio, hace 65 años en la playa alicantina de Benidorm, Alberto Lleras y Laureano Gómez expidieron la declaración con la cual los partidos tradicionales sellaron la alianza que le daría origen al Frente Nacional. Ellos dos, enemigos acérrimos, hacían un llamado a “la reconquista del patrimonio cívico común.”
En 1953 el establecimiento aupó al general Rojas al poder para resolver el caos institucional; sin embargo, el militar -corrupto y megalómano- quiso perpetuarse emulando al funesto Perón.
El manejo de la economía durante la dictadura fue un desastre. La bonanza económica generada por el alto precio del café, gracias a las heladas en Brasil, le permitieron al gobierno gastar sin control a borbotones y de manera irresponsable. En una de sus páginas magistrales Alberto Lleras en noviembre de 1955 relataba las audacias despóticas del ministro de hacienda Carlos Villaveces a quien se le atribuye la famosa frase “Doña Elvia, traiga lápiz y papel que vamos a legislar”.
Después de Benidorm al año siguiente en Sitges Lleras y Gómez acordaron la celebración del plebiscito que en diciembre de 1957 aprobó la reforma constitucional que resolvió el caos institucional y le dio vida jurídica al Frente Nacional que repartiría el poder político entre los partidos liberal y conservador.
Es cierto que esta alternancia obligada y la paridad partidista creó un modelo político excluyente del que todavía estamos pagando las consecuencias. Pero, también es cierto que no había otra salida para evitar que en ese momento Colombia cayera en el abismo. Tantas décadas después no se puede juzgar con simplismo lo que sucedió entonces ni a los políticos que tomaron ese rumbo. Ni siquiera después de la Constitución de 1991 -con todo y su génesis pluralista- ha surgido una dirigencia que cohesione a la Nación y trace un destino de prosperidad y bienestar.
En un año estará a dos semanas de posesionarse el próximo presidente de la República. Hoy no parece probable que para entonces se haya decantado bien la turbulencia que amenaza el futuro de este país. Vivimos una era de pequeños hombres y pequeñas fuerzas y el poder se lo disputan los extremos populistas.