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En 2016 las redes sociales les propiciaron un golpe casi mortal a las democracias occidentales. En su magnífico libro Cómo internet está matando la democracia (2020), el jurista italiano Mauro Barberis analiza el papel decisivo de las redes sociales para que ese mismo año el brexit y la primera elección de Trump propiciaran un salto al vacío cuyos efectos perdurarán por décadas. A partir de entonces el populismo digital se tomó la política y las cosas han ido peor. Barberis comenta que los gobernantes son a la vez activistas de las redes sociales. Ya ni siquiera pretenden gobernar, se dedican abiertamente al entretenimiento para ganar las próximas elecciones. El corto circuito entre instituciones y redes sociales está siendo propiciado por las autoridades estatales. ¿Habrá alguna salida?
Barberis sugiere algunos remedios. El primero, no permitir que se ahoguen las instituciones “contramayoritarias”, como los tribunales constitucionales; por eso es fundamental proteger la independencia judicial y evitar el escrache de las masas alentado por los gobernantes. El segundo, utilizar las plataformas digitales de manera más eficaz que los populistas, algo que está muy lejos de lograrse, pues requiere la coordinación entre medios independientes, empresas responsables y la academia. El tercer remedio que plantea Barberis es regular internet, en lo cual la Unión Europea ha avanzado de forma significativa. Sin embargo, existe el riesgo inmenso de que se vulnere la libertad de información. Precisamente esta es la razón que alegan en EE. UU. las Big Tech. Para ellas el nuevo gobierno Trump será el paraíso de la no regulación.
Según lo anunció El Espectador la semana pasada, este diario obtuvo el certificado JTI, la norma de periodismo confiable más exigente del mundo. Los lectores y los anunciantes tienen la obligación de privilegiar medios que como este propenden por la transparencia, objetividad y seriedad informativa. Las empresas que pagan por el clic de las masas son responsables en buena parte del populismo digital que ha generado esta regresión. Como bien lo anota Barberis, “Ya hoy en internet, la Tierra vuelve a ser plana, las vacunas producen autismo y los jueces obedecen al pueblo; es decir, al gobierno”.
