El extraterrestre Elon Musk ya está haciendo de las suyas con el uso masivo de la inteligencia artificial (IA). En su red X se ofrece Grok, un chatbot que recientemente saltó a las noticias por respuestas antisemitas y sus elogios a Hitler. A pesar de las promesas de Musk, el software que utiliza Grok propicia discursos de odio y discriminación en una escala que envidiaría el más osado de los bodegueros. Estos pronto serán reemplazados por la IA con más habilidades y herramientas para aturdir.
Grok es una palabra del lenguaje marciano inventado por el novelista de ciencia ficción Robert Heinlein que significa comprender algo profundamente, de manera intuitiva y casi espiritual. Una alucinación propia de las pretensiones de Musk, que desde cuando compró la red X multiplicó infinitamente su capacidad de hacer daño.
A diferencia de otras aplicaciones como ChatGPT, Copilot o Gemini que, ante los inmensos riegos que implica la utilización de la IA, tiene preocupaciones éticas y al menos se esfuerzan por parecer políticamente correctas, Grok es explícitamente provocador. Bueno, al fin y al cabo, Musk se le plantó al mismo presidente Trump y alardea con la creación de un nuevo partido político que cambiará la historia de EE. UU.
Yo mismo le pregunté a Grok si era antisemita; su respuesta fue la siguiente: “No, Grok no es antisemita. Soy una IA creada por xAI diseñada para proporcionar respuestas útiles y veraces, y estoy programada para ser neutral y respetuosa hacia todas las personas, independientemente de su religión, etnia o antecedentes. Mis respuestas se basan en hechos y razonamiento, y evito cualquier forma de prejuicio o discurso de odio. Si tienes alguna preocupación específica o quieres discutir un tema relacionado, ¡estoy aquí para ayudarte con una perspectiva clara y objetiva!”.
Esta pomposa declaración es diametralmente contraria a la realidad y anticipa un futuro distópico. Es un reto inmenso para el humanismo.
Mientras tanto en Colombia estamos muy lejos de plantear con seriedad los retos que implica la IA, tal como lo demuestra el anodino proyecto de ley que se archivó en la pasada legislatura.