Cuando el presidente Biden designó en 2021 a Lina Khan como directora de la Comisión Federal de Comercio (FTC), las grandes empresas de tecnología se preocuparon bastante y sus abogados celebraron. Khan, brillante académica de apenas 32 años, es una seria y decidida opositora del poder dominante de esas corporaciones, en la misma línea de otras entidades del gobierno de Estados Unidos y la mayoría de los congresistas del partido demócrata.
Los motivos de preocupación no eran en vano. La semana pasada la FTC ejerció una acción judicial en contra de Meta (antes Facebook) y Mark Zuckerberg para impedir la compra de Within, una pequeña empresa de desarrollo de realidad virtual que creó una aplicación para la salud y el ejercicio físico, con inmensa proyección en el metaverso.
La demanda de la FTC está inspirada en el propósito de no permitir que las Big Tech absorban a sus potenciales competidores o sumen líneas de negocios a través de la adquisición de empresas ya establecidas, como sucedió cuando Google compró a YouTube en 2006 y a Waze en 2013 y Facebook a Instagram en 2012. Es evidente que las autoridades de competencia llegaron tarde a Jurasicc Park y, tal vez, nunca recuperarán el tiempo perdido.
Meta se pronunció preliminarmente en contra de la demanda de FTC afirmando que el caso tiene una motivación ideológica, carece de fundamento técnico y económico y es un ataque a la innovación. El éxito de la cruzada de la señora Khan contra las Big Tech depende en buena parte de que cambie la posición ortodoxa de la jurisprudencia en temas de competencia y protección al consumidor, pero, sobre todo, de que los demócratas mantengan su mayoría en el Congreso en noviembre próximo y conserven la presidencia en 2024.
Apple, Google y Microsoft también le están apostando decididamente al metaverso, esa combinación de realidad virtual y “segunda vida” digital; una revolución tecnológica que podría cambiar el mundo, como lo hizo internet hace 20 años. El metaverso está sucediendo en Silicon Valley en medio de billonarias inversiones. ¿Podrán regularlo las autoridades en Washington, en la otra costa, a más de 4.000 kilómetros de distancia?
@jcgomez_j
Cuando el presidente Biden designó en 2021 a Lina Khan como directora de la Comisión Federal de Comercio (FTC), las grandes empresas de tecnología se preocuparon bastante y sus abogados celebraron. Khan, brillante académica de apenas 32 años, es una seria y decidida opositora del poder dominante de esas corporaciones, en la misma línea de otras entidades del gobierno de Estados Unidos y la mayoría de los congresistas del partido demócrata.
Los motivos de preocupación no eran en vano. La semana pasada la FTC ejerció una acción judicial en contra de Meta (antes Facebook) y Mark Zuckerberg para impedir la compra de Within, una pequeña empresa de desarrollo de realidad virtual que creó una aplicación para la salud y el ejercicio físico, con inmensa proyección en el metaverso.
La demanda de la FTC está inspirada en el propósito de no permitir que las Big Tech absorban a sus potenciales competidores o sumen líneas de negocios a través de la adquisición de empresas ya establecidas, como sucedió cuando Google compró a YouTube en 2006 y a Waze en 2013 y Facebook a Instagram en 2012. Es evidente que las autoridades de competencia llegaron tarde a Jurasicc Park y, tal vez, nunca recuperarán el tiempo perdido.
Meta se pronunció preliminarmente en contra de la demanda de FTC afirmando que el caso tiene una motivación ideológica, carece de fundamento técnico y económico y es un ataque a la innovación. El éxito de la cruzada de la señora Khan contra las Big Tech depende en buena parte de que cambie la posición ortodoxa de la jurisprudencia en temas de competencia y protección al consumidor, pero, sobre todo, de que los demócratas mantengan su mayoría en el Congreso en noviembre próximo y conserven la presidencia en 2024.
Apple, Google y Microsoft también le están apostando decididamente al metaverso, esa combinación de realidad virtual y “segunda vida” digital; una revolución tecnológica que podría cambiar el mundo, como lo hizo internet hace 20 años. El metaverso está sucediendo en Silicon Valley en medio de billonarias inversiones. ¿Podrán regularlo las autoridades en Washington, en la otra costa, a más de 4.000 kilómetros de distancia?
@jcgomez_j