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En diciembre, la Unión Europea logró un acuerdo para expedir una ley sobre inteligencia artificial (IA), la cual sería pionera a escala global. Aún no hay un texto definitivo, pero ya se conocen sus principales lineamientos. Se aplicaría a proveedores, usuarios, fabricantes y distribuidores de sistemas de IA, excepto cuando se utilice para propósitos de investigación e innovación, seguridad nacional o fines personales. La amplitud de estas excepciones ya permite anticipar que muchos de los eventos que generan más preocupación estarían por fuera del ámbito de la ley.
Se prohíbe el uso de aplicaciones de IA que pongan en riesgo los derechos fundamentales. Se crea un órgano comunitario para coordinar con las autoridades nacionales y se establece un catálogo de sanciones similar al que ya existe por la transgresión de normas en el mundo de los derechos digitales.
Posiblemente la ley de la UE sobre IA no entrará en vigencia antes de 2027, lo cual es obvio, dada la complejidad de su implementación. Mientras tanto, los otros dos imperios digitales (EE. UU. y China) seguirán su rumbo en materia de IA, con todos los riesgos que ello implica en materia económica y militar a escala mundial.
Como sucedió cuando se masificó internet, el mercado y las empresas con poder de dominio marcarán la pauta. Por lo pronto OpenAI anunció que abrirá GPT Store, una tienda de aplicaciones que le permitirá expandir el alcance de ChatGPT y monetizar esta herramienta que estremeció al mundo digital en 2023. A cambio de una suscripción de US$20 mensuales se podrá acceder a temáticas y servicios de chatbot, según las necesidades de cada cliente.
La agresividad comercial de OpenAI ya genera arduas disputas, como la demanda judicial que The New York Times presentó en su contra hace tres semanas alegando el uso indebido de sus contenidos. El caso será trascendental para las empresas noticiosas y su supervivencia en el mundo de la IA.
Los luditas artesanos en el siglo XIX rompían las máquinas de las fábricas tratando de atajar a la Revolución Industrial. En esta era el neoludismo será una quimera; las sociedades, mal o bien, se adaptan al cambio tecnológico.
