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Pasaron el año los usuarios de telefonía celular que, frente a la tragedia invernal, a través de mensajes de texto, donaron cientos de millones de pesos para las víctimas.
Ojalá se siga haciendo de manera indefinida, es un ejemplo, que en buena hora propició el ministro Diego Molano, de que las redes sociales pueden ser usadas para cosas mejores que denostar vanamente.
Pasó el año el gobierno del presidente Santos que, por primera vez en la historia, a través del programa Vive Digital Colombia, planteó una política de Estado para que las tecnologías de la información y las comunicaciones sean el eje del desarrollo económico y social. Ojalá el próximo año se dieran resultados concretos, por ejemplo, que se empezara a implementar la justicia digital como una forma de enfrentar el cáncer de la impunidad y de la morosidad judicial.
Definitivamente, no pasaron el año quienes se inventaron prorrogar por cinco años más los inútiles subsidios a la telefonía fija; los mismos que hicieron lo que fuera para montar a Colombia en la locura de la compra de un satélite de telecomunicaciones. Por fortuna el tiempo no les alcanzó y el actual gobierno reaccionó de manera oportuna; de esa forma no se malgastaron casi US$300 millones.
El repitente eterno, la Comisión Nacional de Televisión, en congruencia con su historia, este año tampoco hizo la tarea y muchos trabajos le quedaron bastante mal hechos. El deplorable y fallido proceso de adjudicación del tercer canal, que terminó en audiencia-sainete, reveló una vez más su incapacidad institucional para generar sana y leal competencia. El caos del reordenamiento de las frecuencias para la televisión digital reflejó su desatino técnico. Como si fuera poco, la entidad fue condenada en primera instancia por falta de moralidad administrativa y detrimento del patrimonio público y en varias oportunidades el Consejo de Estado invalidó sus actos por violación de la Constitución y la ley.
Aunque muchos se frotan las manos esperando la desaparición de la CNTV, yo no sería tan optimista; se necesitará aún mucho más oxígeno para que se apruebe en el Congreso el acto legislativo que sellaría la desaparición de esa entidad y no hay claridad acerca de cómo será la era pos CNTV.
