La semana pasada se publicó en los diarios de mayor circulación un comunicado de varias agremiaciones del continente americano que aglutinan alrededor de cuarenta mil medios de comunicación. Su mensaje es la defensa del valor del periodismo profesional en el ecosistema digital.
El llamado es a lograr que los medios de comunicación tradicionales reciban una “retribución justa y razonable” por parte de las plataformas digitales que utilizan sus contenidos periodísticos.
La pauta publicitaria en esos medios de comunicación tuvo una caída vertiginosa, tanto que antes de cinco años podrán haber desaparecido, especialmente los impresos, a menos que alcancen una presencia digital significativa. Apenas medios del prestigio del New York Times han logrado ese posicionamiento en el nuevo ecosistema. Recordemos que si el Washington Post aún existe con todo el decoro es gracias al mecenazgo de Jeff Bezos y lo mismo sucede con otros medios centenarios que jamás deberían desaparecer por el bien de la Democracia.
Google y Facebook concentran el 80% de la pauta digital y no parece haber ninguna razón para que eso cambie en el mediano plazo. El poder de seducción que tienen las plataformas digitales sobre las masas parece ser infinito; la realidad privada y pública se vive ahí, sin tregua ni pudor.
Desde la óptica de las normas que protegen la propiedad intelectual y la libre competencia podrían iniciarse procesos judiciales para enfrentar el poder de mercado de las plataformas digitales. Sin embargo, esos procesos son costosos y demorados y su efectividad puede ser limitada frente a la urgencia que tienen de sobrevivir los medios tradicionales que no logren insertase en la nueva era.
Los reguladores en Estados Unidos y Europa, bajo diferentes orientaciones económicas políticas y filosóficas, ya darán la pauta que tarde o temprano replicaremos en la periferia.
Lo conveniente no parecer que se expidan a las volandas leyes para “nivelar la cancha”, como dicen algunos expertos, ni tampoco que se otorguen dudosos subsidios gubernamentales. La ley de TIC de 2019 fue una oportunidad perdida para que en Colombia se empezara por fin a legislar pensando en la innovación y la competencia, en lugar de fortalecer más el poder del Estado.
@jcgomez_j