Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Al rey Juan Carlos I la historia le atribuye un papel vital en la restauración de la democracia en España a finales de los años 70, así como también a los medios de comunicación y a los partidos políticos que nacieron en ese entonces o salieron de la clandestinidad o del ostracismo. El documental Salvar al rey, que se estrenó hace pocas semanas en la plataforma de HBO Max, desmitifica esos roles de manera formidable.
El documental es un éxito de audiencia en España en donde, a pesar de lo que ya se sabía de la indignidad del rey emérito, no se conocían tantos documentos y personajes protagonistas de la trama de conspiraciones y pactos que se tejieron para proteger al soberano y ocultar sus escándalos. Incluso aparece una de sus amantes que lo grabó en la intimidad, lo extorsionó y por eso terminó de presentadora en la televisión pública española.
Sin embargo, lo más relevante no son sus infidelidades, la supuesta traición a su padre don Juan de Borbón ni el dinero que iba a las cuentas de sus testaferros a cambio de favores a empresarios y gobiernos extranjeros. Lo más grave que revela el documental es que el establecimiento confundió lo que era el rey con el Estado y existió complicidad entre monarquía, medios de comunicación, empresarios, gobierno y partidos políticos. Un lamentable coctel de unanimismo y pacto de silencio, común en muchos países.
Para periodistas y abogados el documental puede ser materia de cátedra: la edición y selección del material audiovisual, el hilo narrativo y el equilibrio entre la protección de la intimidad y el derecho de la opinión pública a conocer la verdad.
Los medios de información que se precien de ser serios tienen el deber de cuestionar al poder; claro, sin difamar y, sobre todo, sin engañar al público. El cumplimiento de ese deber requiere sentido de oportunidad, coraje y sobre todo capacidad financiera para resistir cuando la restricción de la pauta publicitaria se convierte en una forma directa o velada de censura. Precisamente, la pérdida de esa capacidad es la tragedia de esos medios de información en el presente siglo.
@jcgomez_j
