Emily Bell, directora de la escuela de periodismo digital de la universidad de Columbia, piensa que, arrasado por la fuerza del libre mercado, el periodismo no sobrevivirá en el mundo digital. Por esa razón le pide al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, que en lugar de proyectos filantrópicos de corto alcance, colabore en la conformación de un fondo financiero para subsidiar diversas formas de periodismo independiente. “Transferencia de riqueza”, dice ella. Y que en esta cruzada también aporten Google, Apple y otras empresas de Silicon Valley.
Steven Waldman en el New York Times propone que los gigantes de la industria digital subsidien a 3.000 periodistas, análogo a lo que en su tiempo hizo Andrew Carnegie al donar 3.000 bibliotecas.
Se trataría de replicar con fondos privados a la BBC, esa venerable institución británica que casi un siglo después sigue siendo un modelo de ética e independencia informativa. Tal vez sea una idea romántica pero, de resultar, sería mejor opción que depender de los algoritmos con los cuales se manipula la información, todo en contra de la democracia, como lo demuestra la elección de Trump.
Cuando Jeff Bezos, el dueño de Amazon, compró el Washington Post, salvó de la ruina a ese emblemático periódico y le dio un lugar privilegiado para enfrentar el darwinismo propio del ecosistema digital. Pero no todos los periódicos tienen la misma suerte. Algunos vaticinan que en los próximos cinco años habrá desaparecido la mayoría de los periódicos y revistas impresos del mundo. A pesar de su esfuerzos, muchos de ellos tampoco podrán permanecer decorosamente, ni siquiera en sus plataformas digitales.
El exitoso modelo de negocios de Facebook y Google no solo drenó a su favor la publicidad que antes recibían los medios tradicionales, sino que convirtió en anunciantes a pequeños negocios y a profesionales independientes que nunca pudieron ser visibles en los medios.
Hoy en día las principales plataformas de distribución de noticias son las redes sociales, lamentablemente. Dicen que así se forma “la opinión”. Eso explica –pero no justifica– que el periodismo que se supone serio convierta en noticia trascendental la bajeza de los trinos de lo peor de nuestra clase política. @jcgomez_j
Emily Bell, directora de la escuela de periodismo digital de la universidad de Columbia, piensa que, arrasado por la fuerza del libre mercado, el periodismo no sobrevivirá en el mundo digital. Por esa razón le pide al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, que en lugar de proyectos filantrópicos de corto alcance, colabore en la conformación de un fondo financiero para subsidiar diversas formas de periodismo independiente. “Transferencia de riqueza”, dice ella. Y que en esta cruzada también aporten Google, Apple y otras empresas de Silicon Valley.
Steven Waldman en el New York Times propone que los gigantes de la industria digital subsidien a 3.000 periodistas, análogo a lo que en su tiempo hizo Andrew Carnegie al donar 3.000 bibliotecas.
Se trataría de replicar con fondos privados a la BBC, esa venerable institución británica que casi un siglo después sigue siendo un modelo de ética e independencia informativa. Tal vez sea una idea romántica pero, de resultar, sería mejor opción que depender de los algoritmos con los cuales se manipula la información, todo en contra de la democracia, como lo demuestra la elección de Trump.
Cuando Jeff Bezos, el dueño de Amazon, compró el Washington Post, salvó de la ruina a ese emblemático periódico y le dio un lugar privilegiado para enfrentar el darwinismo propio del ecosistema digital. Pero no todos los periódicos tienen la misma suerte. Algunos vaticinan que en los próximos cinco años habrá desaparecido la mayoría de los periódicos y revistas impresos del mundo. A pesar de su esfuerzos, muchos de ellos tampoco podrán permanecer decorosamente, ni siquiera en sus plataformas digitales.
El exitoso modelo de negocios de Facebook y Google no solo drenó a su favor la publicidad que antes recibían los medios tradicionales, sino que convirtió en anunciantes a pequeños negocios y a profesionales independientes que nunca pudieron ser visibles en los medios.
Hoy en día las principales plataformas de distribución de noticias son las redes sociales, lamentablemente. Dicen que así se forma “la opinión”. Eso explica –pero no justifica– que el periodismo que se supone serio convierta en noticia trascendental la bajeza de los trinos de lo peor de nuestra clase política. @jcgomez_j