Hace unos años se emitió en streaming la formidable serie de ficción The Man in the High Castle. Estados Unidos es derrotado en la Segunda Guerra Mundial. Japón toma el control de la costa oeste y Alemania el de la costa este. Queda apenas una pequeña franja en el centro del territorio desde donde la resistencia nacionalista trata de expulsar a los invasores y preservar la democracia en ese país.
Esa distópica serie puede ser la hipérbole de lo que está ad portas de suceder la semana entrante después de las elecciones presidenciales, sin importar quién sea el vencedor. Una nación irredimiblemente dividida, una minoría acorralaba y el alto riesgo de que la primera potencia mundial caiga en manos del despotismo y el populismo. Las imágenes del asalto al capitolio, alentado por Trump en enero de 2021, serían el ignomioso prólogo de lo que está por suceder.
Los ataques de Trump a Kamala Harris evidencian que los principios que promulgaron los padres fundadores no serán el norte de su gobierno. El futuro de la libertad de expresión está en peligro. Cuando fue presidente, Trump se enfrentó a los medios que no lo veneraban, como CNN, al que acusó de difamar y mentir. En la presente campaña, la emprendió especialmente en contra de las cadenas de televisión abierta y amenazó que si llega al poder les revocaría sus licencias, algo que no es competencia del presidente, pero revela su intención de tomar el control de todos los órganos del Estado, algo que será aún más probable si el Partido Republicano retoma el control del Senado.
Infortunadamente ya no existe la esperanza de que la Corte Suprema pueda evitar el despojo de los derechos constitucionales. La mayoría de sus miembros no solo son de origen conservador, sino que, además, son decididamente militantes a favor de los designios de Trump, como se demostró con la sentencia que revocó en 2022 la histórica decisión (Roe vs Wade) sobre el derecho a abortar. Si Kamala Harris gana las elecciones sucedería el peor enfrentamiento de la historia entre la presidencia y ese tribunal constitucional que solía ser el baluarte de la democracia.
