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Crónica de una dinastía anunciada

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Juan Carlos Ortiz
23 de agosto de 2021 - 02:21 p. m.
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En 1959, cuando Fidel Castro llegó al poder en Cuba de la mano de su Revolución, prometió en su primer gran discurso público que con la salida de Fulgencio Batista, Cuba jamás volvería a padecer de otra dictadura y así se aseguraría el valor de la libertad. Lo que nunca contó es que él se quedaría con el poder absoluto por muchas décadas y que se encargaría de no dejar brillar nada ni a nadie que pudiera medianamente competirle o levemente opacarlo.

Tal vez aparte de Fidel Castro, el comandante más carismático de la revolución fue Camilo Cienfuegos, joven, cercano, querido por el pueblo, tanto que alguna vez en un discurso de Fidel en una plaza pública ante miles de personas, la gente empezó a pedir a Camilo mientras él hablaba. Dicen que ese día se sentenció el final de su protagonismo, el cual llegó a estar muy alto, por encima del Ché Guevara y de Raúl Castro, como segundo hombre de la Revolución. Conocido por sus diferencias significativas con Raúl Castro, Camilo empezó a sentirse incómodo con la decisión de Fidel de remover, juzgar y encarcelar a su amigo y comandante Huber Matos, por haber renunciado a su cargo a través de una carta enviada a Fidel donde le expresaba su desacuerdo y preocupación con la infiltración del comunismo en la Revolución.

Al convertirse gracias a su popularidad en un posible inconveniente y estorbo para los hermanos Castro, Camilo desapareció extrañamente en octubre de ese mismo año, 1959, en una avioneta donde se movilizaba.  Nunca apareció Camilo, ni los rastros de su avioneta, convirtiéndose en un misterio y a la vez en un mito que luego  llegué a conocer de la boca de muchos cubanos al estudiar cine en la Escuela Internacional de San Antonio de los Baños en Cuba.

Vivir ahí fue una experiencia distinta, una mezcla indefinida entre la percepción y la realidad. Aprendí muchas cosas de manera empírica en la Isla más grande del Caribe. Aprendí que en Cuba existen dos tipos de personas: los cubanos y los extranjeros, que tienen pasaporte y dólares. Y entre los cubanos aprendí que ese sistema creó un modelo social único, compuesto por tres clases:

La primera es un pequeño y selecto grupo que maneja el partido y el Gobierno y que giran como rémoras alrededor de la familia Castro. Ellos tiene acceso a la buena comida, las grandes casas, los lujos, los viajes y obviamente hacer parte de un esquema de poder. La segunda clase son los cubanos que poseen familiares fuera del país y que tienen la fortuna de recibir dinero del exterior por medio de remesas para sobrevivir de manera más digna. Y la tercera clase se remite a todos los cubanos que no tienen a nadie afuera y les toca resolver sus necesidades y subsistir de manera primaria con muchas dificultades. Sobra decir que la clase 1 tiene control absoluto sobre la vida y la libertad de las clases 2 y 3.

Hacia finales de la década de los 80, otro héroe cubano de la Revolución cayó en desgracia: Arnaldo Ochoa, quien  participó como general de las tropas cubanas que lucharon y apoyaron la guerrilla comunista en Angola.

Arnaldo Ochoa llegó a ser el hombre más fuerte del ejército en la isla. Su relación cercana con los soviéticos también le dio gran visibilidad y le generó fisuras de envidia con los hermanos Castro. Arnaldo fue acusado de narcotráfico en una isla donde Fidel lo sabía todo y donde no se movía una hoja sin su consentimiento y su autorización. En un juicio mediático y ligeramente manipulado, Arnaldo Ochoa fue declarado culpable y fusilado posteriormente. Otra piedra en el camino que desaparecería para los Castro.

Años después Fidel Castro se enfermaría después de haber estado como comandante único y absoluto por casi 50 años y de manera monárquica le pasó el bastón de mando a su hermano menor, Raúl Castro, quien asumió el control total. De un Castro a otro Castro se transfirió la propiedad de la Isla.

Luego de varios años al frente, Raúl, ya viejo, cansado y con muchos achaques y sin un miembro sucesor de la familia listo para asumir el control de la isla, debió nombrar en el 2019 al actual presidente, Miguel Díaz-Canel quien nunca perteneció ni al ejército ni a la familia, como sus antecesores.

Las teorías apuntan a que Díaz-Canel es como un fusible de la familia Castro quienes seguramente están esperando el momento justo para fundirlo mientras terminan de preparar a Alejandro Castro, hijo de Raúl, para que asuma el poder.

La situación actual de la Isla, su pobreza, la pandemia, sus necesidades, la carencia de libertad y el descontento del pueblo han debilitado muchísimo al actual presidente y al partido, lo que en cualquier instante abriría las puertas para el ascenso de Alejandro Castro,  ya que Cuba ha demostrado ser mucho más que una dictadura, ha demostrado ser una dinastía, la dinastía de los Castro, quienes se han apoderado de la isla, de su pasado, de su presente y de su futuro.

Amanecerá y veremos.

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Pedro(86870)24 de agosto de 2021 - 08:03 p. m.
Juan C. Ortíz mire primero a su país y no a Cuba, mire como lo tiene este gobierno uribista en el poder, no deja avanzar a Colombia. Por fortuna un movimiento de Centro-izquierda, de Izquierda y hasta la derecha decente del gobierno de JM Santos tendrán que sacar del poder a los talibanes uribistas. No se olvide de los cubanos no se deben solo a la ineptitud del sistema sino al bloqueo de USA
DAVID(rv2v4)24 de agosto de 2021 - 10:40 a. m.
Lo que quiso hacer Uribe acá, pero ajá, aquí la cosa se maneja de otra manera: ¡Como quien no quiere a los lideres sociales pero que sí los capen! Que después que la haya buen pasto...lo importante es que no se mamen los terneros de buena raza. Como los que salen de Lafaurie con cachos, y vaca alebrestada.
Atenas(06773)24 de agosto de 2021 - 10:25 a. m.
Tarde, pero con más valía mi comentario, q’ a muchos causa urticaria, no obstante de sincera expresión pa felicitarlo por tan concreta, directa y atinada columna. Verdad de a puño. Y de tal fermento de odio sin fin tenemos aquí a relumbrones q’ contagiados y envenenados aspiran a emularlos. Y guevo tienen.
blanca(17546)24 de agosto de 2021 - 06:47 a. m.
Si en Cuba la dinastia de los Castros, sigue en el poder, aunque cambie de nombre, en Colombia, disque un país democrático, las dinastías siguen un ritmo no muy lejano, las familias que se suceden en el poder, son las mismas y se trasmite de padres a hijos, a nietos, a bisnietos y dele a la lista. No es mucha la diferencia entre dinastía Cubana y Colombiana.
harold(54944)24 de agosto de 2021 - 01:19 a. m.
Comparados con lo que se observa en una sociedad económicamente fuerte como la americana, así no nos guste la capacidad que tenemos los colombianos de remendar y reparar todo, como de nuestro bajo nivel de gastos, de no donar, da cuenta que nuestra pobreza no esta nada retirada del empobrecimiento de la isla cubana. Somos pobres y por ello es un riesgo el solo poder sobrevivir.
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