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No les importa

Juan Carlos Ortiz

07 de julio de 2025 - 02:00 p. m.

Mi vida adulta ha estado marcada espiritualmente por dos mascotas, dos perros de razas muy distintas pero comportamientos muy similares. Tan lejanos, pero tan cercanos.

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El primero, un labrador llamado Fausto, maestro de la ternura, el cual se asemejaba más por su color y su tamaño a un oso polar que a un canino normal. Era como una sombra blanca que te seguía a todos lados. Nos acompañó por 12 años, nutriendo nuestras vidas de lealtad y de nobleza. Un cáncer en el pulmón se lo llevó.

Posteriormente, llegó Elvis, un mini pastor australiano, que desde el principio nos vio como su rebaño, y así nos guio, asegurándose que ningún miembro de la familia se refundiera. Sus ojos de dos colores distintos lo hacían ver como un pequeño pirata, siempre atento a cuidar su tesoro familiar. Vivió con nosotros 13 años y debido a un cáncer en el hígado recién ha partido.

Para los que nos gustan los animales, la importancia de un perro en la vida es una de las máximas inspiraciones y lecciones posibles.

No importa lo que hagamos o en que trabajemos, siempre estarán al lado nuestro, moviéndonos la cola con felicidad y lealtad incondicional.

El comportamiento del perro es inversamente proporcional al comportamiento humano. Ellos no tienen contexto social, no se mueven por intereses económicos o políticos, no señalan con el dedo, no se mueren de la envidia, no mienten ni engañan. Simplemente no les importa. No les importa si eres pobre o rico, si estás enfermo o saludable, si eres poderoso o débil, si eres famoso o desconocido, si eres lindo o feo, si estás triste o feliz. No les importa.

Igual, te van a querer y te van a mover la cola.

Si los humanos pudiéramos aprender más de los perros, la vida en sociedad sería mejor, más armoniosa y basada en valores más relevantes y verdaderos.

Ya se han ido Fausto y Elvis, pero ya se empieza a sentir la necesidad de la próxima y reconfortante llegada de un nuevo miembro de la cofradía del alma que sin duda nos llenará nuevamente de luz y nos hará recordar con felicidad a sus inolvidables antecesores, porque debes tener presente que el perro que amas hoy siempre fue enviado por el perro que amaste en el pasado.

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