Publicidad

Simón Polívar

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Juan Carlos Ortiz
10 de febrero de 2025 - 01:20 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Simón Bolívar nació en Caracas, en un potrero lleno de vacas.

Esta rima la escuché miles de veces durante mi infancia. Bolívar fue una figura mítica de mi vida. El libertador, el líder de la independencia de Colombia.

Recorrí la Quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta, donde murió; la Quinta de Bolívar en Bogotá, donde vivió una parte de su existencia; la ventana de la noche septembrina en la Candelaria, donde escapó de un atentado de asesinato; el Pantano de Vargas y el Puente de la Batalla de Boyacá, donde finalmente venció al comandante español, coronel José María Barreiro, para marchar de manera triunfal hacia Bogotá.

Lugares maravillosos cargados de energía histórica y narrativa épica. Pero con el tiempo pareciera que se ha desarrollado un abuso y una sobrecarga en el manejo de su imagen. Dejó de ser una figura casi sagrada para convertirse en una marca manipulada e ideologizada por el uso político exagerado.

Bolívar ha sido maltratado post mortem. Un manoseo propagandístico desmedido ha hecho que se desvanezca parte de su magia. Hace dos semanas estaba en Egipto, en la ciudad de El Cairo, y fui a visitar la plaza de Tahrir, lugar icónico que presenció y albergó a la famosa primavera árabe que terminaría con el derrocamiento del gobierno del longevo presidente Hosni Mubarak en 2011.

Simón Polívar
Foto: Juan Carlos Ortíz

En esta plaza se encuentra un gran monumento en homenaje al faraón Ramsés II y al lado se ubica una pequeña glorieta con una estatua de Simón Bolívar, esculpida por el artista Carmelo Tabacco e inaugurada en 1976 por el mandatario Anwar El-Sadat. Me acerqué a verla con profunda curiosidad y gran emoción de infancia y sorpresivamente me encontré que el memorial no era para Simón Bolívar, sino para Simón Polívar. Un gravísimo error de ortografía brillaba y sobresalía. Una B por una P.

He visto estatuas de Simón Bolívar en muchos lugares del mundo, pero nunca había visto una estatua de Simón Polívar en Egipto. Recordé a Les Luthiers y a su brillante creación humorística de la cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, quien habría llegado al continente americano antes que Colón y por eso se producirían grandes consecuencias históricas, como que Colombia no sería Colombia, sino Rodrigombia. Una malformación gramatical que interpretada de forma literal y jocosa nos podría conducir a modificaciones sustanciales como que Venezuela se llamaría República Polivariana de Venezuela, o que Bolivia sería Polivia, o que como moneda oficial de estos países emergiera el Polívar. Qué bueno sería más bien corregir el título de esta estatua en El Cairo, para llamar las cosas por su nombre y darles el verdadero valor de su significado.

Conoce más

Temas recomendados:

 

Nicolas(bc6a6)11 de febrero de 2025 - 10:26 a. m.
Adorar a un oligarca, violador de mujeres indígenas, un asesino en la tierra pastusa.
Felipe(94028)11 de febrero de 2025 - 01:39 a. m.
La historia está escrita por los vencedores que, además, necesitan adornarla con héroes, mártires, efemérides, himnos, banderas y...mentiras. La historia que nos enseñaron en la escuela, antes de que Belisario la eliminara del pensum para fusionarla con la nada, está llena de medias verdades, imprecisiones, omisiones y mentiras. Bolívar forma parte de toda esta parafernalia decorativa patriotera y falsa.
  • Felipe(94028)11 de febrero de 2025 - 04:58 a. m.
    Esa mirada indigenista actual sería igual de sesgada e interesada, nunca objetiva. Cuando exista una historiografía indigenista científica, basada en pruebas documentales, se podrán hacer estudios comparativos. Nos guste o no, del mismo modo que no se conocía el uso de la rueda para transporte, nunca existió un lenguaje escrito nativo para transcribir el lenguaje hablado o razonamientos complejos, mientras que en Europa había miles de imprentas y florecía el Renacimiento.
  • blanca(17546)11 de febrero de 2025 - 02:34 a. m.
    Hay aue escribir denuevo la Historia y permitir que sea completa con la mirada de quienes fueron ulteahados en su vida y sus costumbres, nuestros verdaderos dueños de estos pueblos, los nativos.
pacapiov@gmail.com(32087)10 de febrero de 2025 - 11:00 p. m.
Columna muy superficial
Mario(16018)10 de febrero de 2025 - 06:56 p. m.
Pero el manoseo más grande lo han tenido Petro y el dictador Maburro.
Oscar(36876)10 de febrero de 2025 - 04:54 p. m.
Pero bueno es una P y no el manoseo constante del presidente de Colombia que solo le falta sacar un papel higienico con el nombre de (P)Bolivar.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.