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Durante el año de 1492, tres grandes eventos ocurrieron y se juntaron para la historia de la humanidad: el descubrimiento de América, la retirada de los moros de España después de 7 siglos de ocupación y la expulsión de los judíos sefardís de la Península Ibérica.
Por esa época caminaba en la hermosa ciudad de Segovia Abraham Seneor, tal vez uno de los judíos más importantes de su momento e influyentes hacia el futuro.
Las calles estrechas de la judería conducían hacia el Alcázar, lugar donde regían y habitaban los Reyes Católicos, Isabel y Fernando; y en el cual Abraham Seneor operaba y funcionaba como financiero del Reino cuando decidió convertirse al cristianismo para evitar su exilio y mantenerse en España aludiendo a una responsabilidad histórica y romántica que le permitiría poder cuidar los muertos y su legado.
Seneor fue además figura clave de los Reyes para el financiamiento de la exploración de Colón que terminaría con el descubrimiento de América.
Pero esta decisión de quedarse para velar por los muertos también tendría una determinante repercusión en la historia de la independencia de Colombia.
Al convertirse al cristianismo, Abraham Seneor adoptaría un nuevo apellido: “Coronel”, el cual varias generaciones después se conjugaría con el apellido “Diez” dando origen a “Diez-Coronel” que en el siglo 18 aparecería en la figura de Lorenzo Morales Diez-Coronel, el eslabón perdido de la independencia de Colombia, el español que viajó a la Nueva Granada como Superintendente de la Casa de la Moneda enviado por el Rey Fernando Sexto, y el cual ya en Santa Fe de Bogotá se casaría con la Sevillana María Josefa Fernández y tendría familia criolla, entre ellos, los más destacados, su hijo Francisco Morales y sus nietos Francisco de Paula y Antonio Morales, quienes se convertirían en próceres al romper el Florero de Llorente, detonando así el grito de independencia del 20 de Julio de 1820.
Quién se iba a imaginar que la conversión de Abraham Seneor en 1492 encontraría una ruta de influencia varios siglos después. De querer cuidar sus muertos, terminó también cuidando el camino de su estirpe que desembarcaría en los libros de historia patria de un país llamado Colombia.
