Dicen que una persona se realiza cuando siembra un árbol, escribe un libro y tiene un hijo.
Esta semana tuve el privilegio de asistir a la reunión de 35 años de egresados de la universidad. ¿Cuándo pasó todo esto y sobre todo, así de rápido?
Recuerdo como si fuera ayer que comenzábamos a estudiar, y ahora pensar que en otros 35 años más, seguramente ya no tendremos la fortuna de reunirnos nuevamente en vida con el mismo grupo.
Llegamos más de 40 personas en medio de una tarde campestre soleada a recibir un baño de nostalgia, recuerdos e historias por compartir que generaron miles de sonrisas y emociones entre los asistentes.
En medio de un derroche de abrazos se me acercó una compañera y dijo que quería contarme que me iba a entregar algo que me haría feliz a mí y triste a ella.
De repente sacó un libro y me lo entregó diciéndome: este libro usted me lo prestó en primer semestre y ahora se lo devuelvo.
Wow.
Se lo había prestado hace 40 años y ahora me lo regresaba.
Quedé emocionado y altamente sorprendido. El libro estaba intacto y en perfecto estado.
Le dije que esperaba que hubiera tenido el tiempo suficiente para leerlo bien.
Siempre había escuchado que los libros y los discos jamás se prestaban porque jamás se regresaban.
Pero esta historia extrema rompía todos los patrones y los prejuicios de comportamiento.
Ahora pienso que las personas se realizan cuando siembran un árbol, tienen un hijo, leen un libro y además devuelven.
Gracias por este acto valiente de confianza y de devolución. Volví a creer en la especie humana. Devolverle a la vida, a las personas, a la sociedad, es un don necesario y requerido en este mundo.
Ahora yo me tomaré el tiempo necesario para leerlo otra vez.
Gracias por el gesto. Yo también espero devolver.