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LAS ÚLTIMAS ENCUESTAS EMPIEzan a marcar tendencias más definidas en la campaña presidencial.
Por una parte, se confirma que Juan Manuel Santos mantiene un liderazgo importante en todas las mediciones, y en aquellos ejercicios que miden intención de voto en una hipotética segunda vuelta, gana en todas las combinaciones. Por otra parte, Antanas Mockus recoge ahora sectores de oposición, y en particular concentra la opinión favorable de la mayor parte de columnistas de opinión y medios de comunicación que desde hace bastante tiempo habían fijado una posición contraria al Gobierno. Allí confluyen ciudadanos críticos y serios, así como sectores con posiciones ideológicas de izquierda radical que por fin encontraron una alternativa para tratar de derrumbar los avances en seguridad conseguidos con mucho sacrificio por parte de las fuerzas armadas.
El dinamismo de la campaña es una buena noticia para la democracia. Santos mantiene el liderazgo en buena medida porque las mayorías reconocen el progreso que ha tenido el país. También porque es visto como un candidato con formación y experiencia, y porque tiene una carrera pública llena de logros y resultados para bien de Colombia. Es indudable que el progreso de Mockus refleja sentimientos de cambio y deseo de mayor transparencia. Las preguntas que vale la pena hacerse ahora son: ¿Mockus realmente representa lo que el electorado ve en él? Y ¿es Santos quien tiene esos atributos adicionales que demanda la gente?
Mockus es un gran colombiano y se ha ganado el espacio que tiene, pero no es novedad en política. Por varios años el país lo ha conocido por sus excentricidades y comportamientos sorpresivos que serían muy difíciles de validar como jefe de Estado, así como por su autoritarismo cuando le fallan sus esfuerzos pedagógicos. Si bien es cierto existe una percepción positiva sobre su honestidad, como mandatario eso no será suficiente, no se le conoce un programa en ese sentido y no todo lo que lo rodea produce la misma confianza. Además, según el ex alcalde Garzón, la gestión de Mockus en materia social fue muy mala, hasta el punto que en buena medida en eso sustentó Garzón su programa de gobierno. Aunque Mockus demostró autoridad como gobernante, también es real que es dubitativo frente a las amenazas que enfrenta el pueblo colombiano, y que desafortunadamente no son teóricas.
A Santos lo atacan con sorprendente agresividad sin que nadie diga nada, lo declaran continuista y le quieren injustamente endilgar los llamados “falsos positivos”. Por una parte, ha anunciado que mantendrá el rumbo pero hará cambios para avanzar. Desde reformas sociales, ajustes a la estructura de gobierno y nuevas políticas de empleo e infraestructura; su historia prueba que está dispuesto a la innovación como fórmula para enfrentar los problemas.
Fue él quien cambió el direccionamiento estratégico de las fuerzas armadas con la Política de Consolidación y actuó con contundencia en materia de derechos humanos a pesar del costo que esto le ha traído. A lo largo de su carrera ha promovido los principios de buen gobierno que precisamente se fundamentan en honestidad y lucha contra la corrupción. En fin, Santos tiene argumentos para responder al deseo de los ciudadanos de seguridad, cambio y transparencia, pero tendrá que hacer un esfuerzo para que la gente identifique aún mejor esos atributos.
Nota: La Exposición Mundial Shangai 2010 “Mejor ciudad, mejor vida” será uno de los eventos más importantes del mundo. El trabajo que adelanta Gustavo Gaviria para promover la participación de Colombia merece todo el reconocimiento.
