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En estos tiempos nos invaden las imágenes de triunfos militares. En estos tiempos encontramos enemigos y gritamos para erradicarlos de plano, antes de que ellos acaben con nosotros (¡).
En estos tiempos y desde hace mucho tiempo uno podría decir que el horror se ha instalado entre nosotros. Sólo la guerra nos importa. La guerra que libran seres que desconocemos, que vemos regresar mutilados, o que se pudren en celdas por estar al mando de uno u otro ejército.
La misma guerra que, a lo largo de la historia, han librado otros hombres, en otros continentes, en otras latitudes, por otras causas. La misma que se ha llevado a millones de seres anónimos quienes, como Willie Dunne, han sido enviados o se han enlistado en un frente tratando de evadir la pobreza o escapar del hambre.
Esa guerra, en el caso de Más y más lejos, una novela tremenda del irlandés Sebastián Barry, es la Primera Guerra Mundial. Una que ya muy poco se recuerda, que quizá nos parece más cruenta y más lejana pero que, al volver sobre ella a lo largo de estas trescientas y tantas páginas, se parece tanto a la nuestra que uno se queda pasmado.
Son esos mismos muchachos metidos en fangales, con los rostros chamuscados por la canícula o los huesos ateridos por el hielo. Esos son los personajes que acompañarán al joven Dunne, nacido en la pobre y alejada Irlanda, en la defensa de una causa que apenas entiende. Los mismos que serán despojados de todo: que sentirán la indignidad de la mierda en sus pantalones mientras el miedo les devora el alma.
Esta es una novela sobre el viaje de esos casi 30.000 irlandeses que salieron de su país a pelear en nombre del Imperio Británico y que, después del alzamiento de Pascua de 1916 que supuso el fracaso de la independencia de Irlanda, deben volver a casa como parias. Como hijos de nadie: los ingleses los consideraban bastardos, y buena parte de sus propios coterráneos, traicioneros por pelear en una causa a favor del Rey.
En la tradición de Matadero 5, de Kurt Vonnegutt, plagada de pequeñas escenas que transcurren en trincheras hediondas, mientras las bombas desmiembran y los gases asfixian, es una novela sobre la inutilidad de la guerra sin apelar tesis fáciles. Un relato que no tiene compasión con el lector y que lo deja sin respiración cuando comprende que la guerra es larga e inútil, y que la vida de cada uno de esos entrañables y brutales personajes nunca más será la misma después de que, con suerte, sobrevivan al horror.
Casi ninguno lo hace, sobra decirlo.
Más y más lejos, Sebastian Barry, La otra orilla.
