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Eutanasia y crucifijos

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Juan David Ochoa
16 de octubre de 2021 - 05:00 a. m.
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Se ha sabido desde siempre, hasta el límite del lugar común, que un país parroquiano como Colombia desconoce su constitución política hasta las últimas opciones de la retórica y del perjurio. Los gobiernos sucesivos la han manoseado en sus discursos preelectorales, acudiendo a la imagen internacional de su vanguardismo humanista para prometer un futuro acorde a esa teoría paradisíaca de la dignidad estatal. Y han6 retomado el poder, siempre desde la práctica ultraconservadora de una limitada interpretación católica de la vida y del mundo, para desconocer la diversidad y la complejidad nacional hasta las últimas consecuencias. Lo han hecho con toda la tradición del espectáculo, sin matices ni interés en disimularlo, en todos los eventos públicos con crucifijos y camándulas y sacerdotes con toda la indumentaria y la pomposidad litúrgica, aunque un gran porcentaje de los espectadores connacionales no comulguen con el credo y el rito. Siguen insistiendo en imponer una religión exclusiva contra todas las evidencias legales y culturales del país que representan, aunque esté muy claro desde 1991 la especifica claridad del país laico, lejos de la arcaica constitución del 1886 consagrada al Sagrado Corazón de Jesús.

Toda la soberbia estatal y religiosa contra la propia constitución que juramentan cumplir ha vuelto a imponerse en el reciente caso de Martha Liria Sepúlveda, programada con el procedimiento legal de una muerte asistida en la mañana del pasado 10 de octubre. Aunque todo estaba previamente verificado por el primer comité que lo aprobó, la noticia internacional de su decisión de morir voluntariamente desde un país profundamente católico no podía ser aceptada por el lobby gubernamental que instó a sus ministerios generalmente inútiles a una acción rápida y contundente para evitarlo. Como nunca sucede en otros casos estrictamente dramáticos que esperan de las instituciones la celeridad digna de un Estado de Derecho, fue rápida y eficaz y sin posibilidades al error. La IPS Incodol recibió la orden en el tiempo justo y Martha Liria Sepúlveda, con el padecimiento corporal y psíquico de esclerosis lateral amiotrófica deberá seguir viviendo bajo un Estado que desconoce su dignidad y sus posibilidades de elección legal sobre su vida y su propio cuerpo. Parece condenada a escuchar la mentira permanente de los gobiernos sucesivos contra las leyes sobre las que han sido elegidos.

El ministerio de salud sigue en silencio después de sus intervenciones secretas, mientras la IPS, entre el boicot, deberá seguir actuando bajo el antecedente del miedo para no incomodar al poder, aunque otros pacientes sean afectados indefinidamente por decisiones que no estarán amparadas por el profesionalismo ni por la verdad, aunque la ley y la Constitución sigan colgadas en todos los marcos y las paredes de las oficinas del Estado, y en los pasillos del poder siga la equidad sobre todos sus lemas, mintiendo desde ese falso paraíso teórico del que se ufanan cuando deben pronunciar discursos en los atriles internacionales donde les exigen el cumplimiento con los avances de la modernidad. Y vuelven a la oscuridad que disfrutan mientras toda la ambigüedad se reduzca a sus dogmas y a sus designios, y puedan amenazar con sus báculos y cruces, aunque el sufrimiento humano prevalezca sobre todas las cosas.

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Alvaro(sa3gs)17 de octubre de 2021 - 02:21 p. m.
Es mejor gastar sus energías en promover la vida y una buena atención hospitalaria ,estudie las Miles de tutelas por la salud y verá que ya está en aplicación la eutanasia no pedida.
Igor(19369)17 de octubre de 2021 - 12:00 a. m.
2. Una señora se quiere suicidar pero no es capaz. Como nadie le "ayuda", reúne dinero con los vecinos para pagar a alguien que lo haga. Juan, usted pondría dinero? Yo no, por mis creencias. Y ahora viene la Corte y me mete la mano al bolsillo para sacarme dinero para matar a la señora? Si quieren que aporte que se discuta en el congreso el asunto, sólo así sería legítimo ese impuesto.
Igor(19369)16 de octubre de 2021 - 11:51 p. m.
1. Ramón Sampedro, marino español queda tetrapléjico, lucha por su derecho a morir y lo logra y él mismo toma una copa con veneno y la consume. Aquí la señora Martha desea suicidarse, pero no es capaz de hacerlo por sí misma. Y es su decisión y se respeta, el problema es por qué nosotros los contribuyentes (léase el estado) tenemos que pagar para matarla. Que la haga ella o su familia.
Blanca(24138)16 de octubre de 2021 - 05:21 p. m.
No se por qué los corruptos y hampones siguen siendo dueños de la vida de un enfermo y del cuerpo de las mujeres. Esos si sin sepulcros blanqueados.
RAFAEL(19956)16 de octubre de 2021 - 04:56 p. m.
y si solo está pidiendo que la asesinen?
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