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Invitado por la Universidad Pedagógica, vino a Colombia en días pasados desde Méjico Ignacio Quepons. Doctor en filosofía, erudito, traductor, profesor en la Universidad Veracruzana y director del Instituto de Filosofía de dicha universidad, fue invitado a un coloquio que congregó a profesores de distintas partes de América (República Dominicana, Argentina, Méjico, Brasil y Colombia).
Tras sus primeras investigaciones sobre Jean-Paul Sartre, Quepons centró su atención en el estudio de la fenomenología, y se doctoró con una tesis sobre Edmund Husserl en la Universidad Nacional Autónoma de Méjico. Buena parte de su investigación doctoral la desarrolló en los Archivos Husserl de Colonia. Y ya desde entonces comenzó su reflexión, que hoy ocupa toda su atención y todos sus esfuerzos, sobre la vulnerabilidad. Algunos ensayos ha publicado en revistas académicas sobre esta cuestión decisiva, y pronto saldrá a la luz un libro —De la vulnerabilidad a la justicia— en el que continúa desarrollando el tema.
La empresa consiste en repensar la idea de justicia a la luz de la condición vulnerable de las personas. Asunto que cierta lectura del proyecto de la Modernidad silenció en favor de la preponderancia de la autonomía del individuo y en detrimento de ciertas cualidades que siempre han conformado lo humano, como la finitud y la vulnerabilidad.
Se trata, entonces, de una tarea que pretende continuar la reflexión de Luis Villoro quien se propuso construir una teoría de la justicia en donde, en lugar de preguntarse por las condiciones de posibilidad de la justicia, se parta de las experiencias históricas y vivenciales de la injustica, un poco a la manera en que lo ha planteado Reyes Mate en su obra, y tal y como lo presentó en su Tratado de la injusticia. Una teoría de la justicia, pues, que, en contra del relieve que han ganado las teorías procedimentalistas de nuestro tiempo (como la de Jürgen Habermas o la de John Rawls), pone énfasis en el mal y en la injusticia que se padecen en primera persona. Y de ahí, de ese ‘no hay derecho’ que se exclama frente a los atropellos sufridos, surge (o debiera surgir) toda reflexión sobre lo justo y sobre lo injusto, sobre el bien y sobre el mal.
En un mundo que proclama la valentía, el egoísmo, la independencia y la autonomía como sus valores más definitorios, este llamado honesto a pensar, a constatar, a dialogar y a cuidar al otro y a sí mismo porque nos sabemos vulnerables debería hacernos cavilar.
juandavidzuloaga@yahoo.com
