Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Terminó este lunes la edición XXVII de Rock al Parque, el festival de rock gratuito más importante de Latinoamérica. La edición que acaba de concluir contó con la participación de más de 60 bandas de 14 países de América y Europa, y tuvo una asistencia de más de 390.000 espectadores.
Es de celebrar que la Alcaldía de Bogotá siga organizando este tipo de festivales que, sin duda, enriquecen la vida cultural de la ciudad y crean vínculos de pertenencia. Debe ponderarse la organización del evento: la cartelera notable del festival, la disposición de los escenarios y la calidad del sonido, los filtros de seguridad ordenados y razonables para entrar al Parque Simón Bolívar y la asistencia masiva del público. Sobre la calidad de la cartelera baste decir que, en los últimos momentos del festival, mientras Aterciopelados tocaba en la tarima principal, Julieta Venegas tocaba en otro escenario a esa misma hora (aunque este concierto comenzó con unos minutos de retraso). Y mientras terminaba el concierto de la artista mexicana, Los Auténticos Decadentes clausuraban esta edición de Rock al Parque en el escenario que unos instantes antes había acogido a la prestigiosa banda colombiana.
El público, pasados los años, se ha amoldado bien a este tipo de espectáculos, respetando cada vez más las instalaciones y el orden del lugar, aun si todavía podemos mejorar en muchos aspectos. Además de ser un público educado (lo que, en este contexto, quiere decir que aprecia a los artistas que va a oír y conoce su discografía y su trayectoria musical). Un público, por lo demás, bastante heterogéneo que es seña de la diversidad de población y de gustos que puebla la capital, compuesto por personas que, aun en su variedad, están bien dispuestas a dejarse llevar por la propuesta que cada año trae el festival; no es inusual ver a aficionados de metal asistiendo a las presentaciones de bandas de rock ligero, a veces incluso tarareando o cantando las canciones de esas bandas.
Esta iniciativa se ha venido complementando en los últimos años con otras propuestas culturales, a veces llevadas a cabo con menor perseverancia. Festivales como Ópera al Parque, Hip Hop al Parque, Salsa al Parque, Jazz al Parque… Una apuesta encomiable que, como decía, ya rinde sus frutos. Debe ser tarea de la Alcaldía continuar promoviendo este tipo de espectáculos a la vez que debe ser su labor pensar y organizar festivales de otras muchas manifestaciones artísticas (Poesía al Parque, Cuento al Parque, Escultura al Parque…) para que, en unos años, Bogotá se consolide como una de las capitales culturales del continente. Ojalá el alcalde electo tome nota.
