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De viejos oficios o de cómo lo salvó el sereno

Juan David Zuloaga D.

26 de diciembre de 2024 - 12:05 a. m.

Contrario al uso coloquial que del sereno hace el español de Colombia en la tan recurrida expresión ‘Lo mató el sereno’, en el español peninsular el vocablo no aludía a ese viento suave y a aquella humedad de la alta noche y de la madrugada que, casi imperceptible, golpea a dipsómanos y a beodos de toda laya (léase aficionados y consuetudinarios) siempre que salen de la fiesta por voluntad propia o ajena, que en esto el sereno se muestra lo más democrático posible.

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No, el sereno no aludía a ese viento al que, al día siguiente, se le culpa del recrudecimiento de la embriaguez de la víspera y del guayabo del día siguiente. Aludía en cambio a un viejo oficio que en esas ciudades de siglos pasados, hechas a escala humana, es decir, que podían recorrerse a pie y en la que todos sabían dónde vivía cada quien y casi todos eran vecinos. Aludía, decía, a un viejo oficio que consistía en acompañar a bebedores y a borrachos de todo género hasta llevarlos con bien a su casa, no en golpearlos, como el sereno de acá, con su ímpetu tranquilo e imperceptible, si se me permite el oxímoron, para agravar la borrachera y la resaca.

Así se puede leer, por ejemplo, en Luces de bohemia de Valle-Inclán: «El capitán Pitito. —¡Serenooo!... ¡Serenoooo!... El sereno. — ¡Vaaa!... El capitán Pitito. —¡Encárguese usted de este curda! […] ¡Me responde usted de ese hombre, sereno!». Salía, pues, el sereno a hacer su ronda e iba llevando con bien a todo ciudadano que, por la embriaguez o por el cansancio que acusaba en la noche, no pudiera encontrar su morada.

Y digo yo que es una lástima que algunos trabajos vayan muriendo sin remedio. Cabe imaginar que un cuerpo policial hoy se mostrará menos indulgente con los borrachos que encuentre a su paso que aquel sereno dispuesto por ayuntamientos y por gobiernos en villas y ciudades para llevar con bien a su hogar a los descarriados y a los olvidadizos. Quizás las nuevas tecnologías, que volvieron a achicar los espacios y las distancias, traigan de vuelta esos menesteres que servían para cuidar, y no, como muchos de los que vinieron después, sólo para vigilar y para castigar.

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A nuestros lectores les deseamos felices fiestas y les deseamos también que el sereno, el de allá del español peninsular, los guarde siempre y los lleve con bien a donde quiera que vayan.

@D_Zuloaga

juandavidzuloaga@yahoo.com

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