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Lo ocurrido en días recientes tras la aprobación de la construcción del tramo norte de la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO) en el Concejo de Bogotá muestra que no hay consenso sobre cómo debe desarrollarse la ciudad en los próximos años. Pero no sólo no hay consenso, sino que falta también una idea clara de cómo debe ser la ciudad del futuro. Algo que muchas veces se echa de menos en los alcaldes de todo el país. En Bogotá quien ha tenido una visión más clara para los próximos años, una imagen de cómo debería ser y hacia dónde debe marchar la ciudad, es Enrique Peñalosa; una visión muchas veces criticada y en ciertos aspectos mejorable, pero una visión cabal de la Bogotá del futuro. También Carlos Fernando Galán, hasta el momento, ha mostrado un panorama más completo de la ciudad que otros muchos alcaldes de la capital.
La Avenida Longitudinal de Occidente (ALO) conectará el norte con el sur de la ciudad por el costado occidental. Su construcción se propuso hace sesenta años y desde entonces el distrito comenzó a comprar los predios que requería el trazado de la vía. El proyecto no ha podido concluirse pese a los beneficios en movilidad que traería para toda la ciudad. A la inoperancia de algunas administraciones se suman las críticas por el impacto ambiental de la obra, pues, tal y como está concebida, la vía atraviesa el humedal Juan Amarillo, el humedal de la Conejera y parte de la reserva forestal Thomas van der Hammen. Algunas administraciones han llevado incluso su desidia hasta el punto de permitir la invasión de muchos de los predios comprados para este desarrollo vial. Predios que tuvieron que ser recuperados durante la segunda alcaldía de Enrique Peñalosa.
El 29 de mayo se aprobó en el Concejo de la ciudad la construcción de la ALO, en una votación dividida. Algunas personas denunciaron que la exalcaldesa se puso en contacto con muchos concejales para tratar de modificar su voto con el ánimo de impedir la construcción de la ALO y un ciudadano, José Romilio Correa Muñoz, instauró una acción judicial contra ocho concejales pidiendo su pérdida de investidura. ¿Quién es ese ciudadano? ¿Instauró la acción a título personal? ¿Trabaja, de manera velada o declarada, para algún partido político?
Los detractores de la construcción del tramo norte de la ALO adujeron, además de las razones ambientales, que con la obra se impedía la construcción de un campus universitario propuesto por la administración de Claudia López. Lo cual no es cierto, pues no se trata de proyectos excluyentes. Lo que sí resulta cierto es que los predios propuestos en un principio no eran, quizás, los ideales para un proyecto educativo de esta naturaleza (las intersecciones y las orejas del trazado de la avenida).
De lado y lado puede haber argumentos válidos. Esa, sin embargo, no es la cuestión. El problema es que, en ocasiones, quienes gobiernan no tienen claridad sobre cuál es el norte de la ciudad que se quiere construir. Y por eso se valen de argucias o de falacias que empantanan el debate sano y a veces necesario sobre las políticas públicas que supondrían un destino mejor para una ciudad y para un país.