En estos días en que se ha manoseado tanto la palabra “pueblo”, vienen a la memoria episodios históricos en los que fue protagonista.
Suelen aducirse las grandes revoluciones del pasado como hitos en los que el pueblo cumplió un papel preponderante para subvertir el orden previo con el ánimo de mejorar: la Revolución Francesa, la Revolución Bolchevique, el ascenso del Nacionalsocialismo al poder. Ya se sabe cómo terminó el asunto: un baño de sangre sin parangón y una degollina sin límites; la exacerbación del odio y de la violencia y el asesinato del pueblo por el pueblo, y para el pueblo, podrían añadir los profetas y los adalides...
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