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Debe reconocerse que para hinchas y para adversarios fue una gran alegría ver a Radamel Falcao García en el torneo local. Ícono del fútbol del país, máximo goleador histórico de Colombia, máximo goleador de la selección de Colombia, tras su paso por ocho clubes internacionales llegó a Millonarios para jugar, por primera vez, en el campeonato nacional. Recuérdese que, muy joven, fue a jugar a las inferiores de River Plate y debutó como profesional en ese club y en la liga argentina.
Gracias a gestiones arduas y determinantes de los directivos de Millonarios, después de muchos esfuerzos y de la consecución de patrocinios y de recursos fue posible la contratación de Falcao para jugar en el club capitalino por un semestre. De antemano se sabía que la renovación no iba a ser fácil, pues una de las mayores dificultades para la contratación fue, de entrada, el tema fiscal. Para el primer semestre la situación suponía menor complejidad, pues al no ser Falcao residente fiscal no era necesario pagar todos los impuestos según el régimen ordinario de tributación. Pero, pasados los 183 días que estipula la ley, Falcao tendría que entrar a pagar una suma que superaba el monto que recibía por su salario y por los patrocinios.
No sólo se trataba de renovar su contrato por el espectáculo del fútbol, por subir el nivel de la liga local, por la alegría de los hinchas de verlo jugando para su club, sino que, además, la llegada de Falcao a Colombia supuso también una economía anexa que se estimó sería de unos 52.000 millones para Bogotá (0,02 % del PIB de la ciudad); el monto del consumo de los hinchas se estimó que podría llegar a unos 160.000 millones (0,07 % del PIB de Bogotá). De manera que la continuidad de Falcao suponía unos retos inéditos y unas peculiaridades dignas de consideración. Situación análoga se vivió en España con la llegada de David Beckham al Real Madrid. Las particularidades de la contratación y los beneficios que de ella se desprenderían conminaron a directivos y a políticos a trabajar al unísono para favorecer el fichaje de la estrella inglesa. Se creó entonces la llamada Ley Beckham que tiene por objeto fijar una tasa impositiva para los ciudadanos extranjeros que trabajen en España independientemente del monto que devenguen en el territorio nacional.
Pues bien, considerando todo lo que supuso la llegada de Radamel Falcao García para el torneo local, para la empresa del fútbol, para el mundo deportivo y para las economías bogotana y nacional en general no está de más que en Colombia comencemos a explorar la posibilidad de promulgar una Ley Falcao que incentive la llegada y el retorno de grandes figuras del deporte y del espectáculo al país.
