Se acaba una de las temporadas en las que Colombia se convierte en un retén policial, y que coincide con las vacaciones de estudiantes y de empleados.
Contrario a lo que dictaría la sana lógica urbana y de libre circulación de ciudadanos, el conductor de todo tipo de vehículos encuentra retenes por doquier, cuya función no pareciera ser, precisamente, la de agilizar el tráfico. No se ubican estos retenes donde suele haber embotellamientos o un riesgo alto de accidentalidad. No, se ubican (muchas veces incluso se esconden) donde se hallan señales de tránsito vetustas o mal puestas, o en puntos ciegos que favorecen la actividad altanera de los agentes, amparada por códigos obscuros de tránsito.
Se caracterizan estos agentes por su exégesis estricta de la norma; por su ley inflexible, aunque muchas veces sea absurda; por el rigor de unas disposiciones que favorecen siempre, curiosamente, al policía de tránsito y a su institución, y nunca al ciudadano. Someten al conductor a chantaje y a presión; a una velada pero eficiente extorsión policial.
Ya los conoce el conductor de estas temporadas. Y cuando se empecinan en defender su código no hay razón ni argumento que valga, por lógico o justificado que sea. Pues a ellos no les importa la lógica ni la razón, sino el apego a la norma y la imposición de la sanción…
Habría que revisar las señales de tránsito de todo el país; habría que revisar los límites de velocidad en las vías nacionales y municipales; habría que ubicar los radares de velocidad en puntos en los que la vida de los ciudadanos corra peligro y no en puntos lucrativos para la institución (esto, desde luego, es desvirtuar la función de dichos radares); habría que brindar una formación más estructurada a los agentes en la lectura y la comprensión de la norma y en la moralidad de su oficio; y habría, sobre todo, que inculcarles a todos los policías que están (o deberían estar) al servicio de los ciudadanos y que su función es la de ayudar y buscar soluciones, y no la de amenazar y chantajear con normas obcecadas.
Se ha hablado mucho de la reforma que necesita la Policía; en verdad son varias las reformas que esta institución requiere, pero no parecería mala idea comenzar el año implementando esta.