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Atalaya

Llanto celeste

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Juan David Zuloaga D.
20 de enero de 2022 - 05:00 a. m.
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Lágrimas de cristal cuelgan del artesonado de madera. Entre las obras coloniales que adornan los costados de la iglesia de Santa Clara, en diálogo respetuoso y seductor, yacen piezas de Pedro Ruiz: pinturas al óleo, esculturas y fotografías están expuestas a lo largo y ancho del antiguo monasterio de clausura, incluido el púlpito, los confesionarios y el altar mayor.

Desde hace años viene el artista bogotano consolidándose como uno de los pinceles más sutiles de la plástica nacional, y en esta exposición titulada Llanto celeste lo ratifica con maestría y con encanto. Obras de cuatro series distintas de Ruiz se dispusieron entre las pinturas de algunos de los artistas más importantes de la Colonia, que adornan desde hace siglos esta joya del arte religioso de la capital.

Muchas de las piezas reciben inspiración de las obras del museo cuando no entablan un diálogo directo con algunas de ellas, como ocurre, por ejemplo, con una pintura de la serie Oro vital, inspirada en La sagrada familia de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos. Esta serie recoge parte de los resultados del taller realizado por Pedro Ruiz con el auspicio del programa Riqueza natural de la USAID, en el resguardo de Caño Mochuelo, en las sabanas de la Orinoquía, en donde conviven diez pueblos indígenas. El conjunto de las piezas de la serie constituye un manifiesto en favor de la cultura indígena y de la naturaleza que estas comunidades aborígenes han ayudado a preservar.

En el altar de la iglesia se encuentran treinta tallas de madera que hacen parte de la serie Corazón abierto, que busca honrar a las víctimas de la desaparición forzada en Colombia. El corazón de cada una de las tallas ha sido intervenido por el artista incrustando en él otra imagen.

A lo largo de la nave de la iglesia, el espectador aprecia obras dispuestas de manera discreta, como queriendo camuflarse en el conjunto de las piezas de arte colonial que acompañaron los rezos lastimeros de las monjas de clausura que habitaron el silencio del que hoy es el museo de Santa Clara. Las piezas hacen parte de la serie Anunciación y nuestras señoras, y son una reflexión sobre la naturaleza y la madre tierra.

Las lágrimas de cristal que se descuelgan de la bóveda de la nave coronan la exposición y conforman la cuarta serie titulada Lágrimas celestes, cada una de ellas elaborada en vidrio soplado.

La muestra se hizo recurriendo a oficios antiguos –la talla de madera, la fabricación del vidrio, una pintura en la que el uso de la hojilla de oro es recurrente…–; oficios de los que se valieron muchas veces nuestros artistas del Barroco. La luz tenue del monasterio de clausura y un silencio de siglos completan la atmósfera de esta exposición hermosa y memorable.

@D_Zuloaga

Atlaya.espectador@gmail.com

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PEDRO(90741)20 de enero de 2022 - 09:46 p. m.
Cuenta regresiva: faltan 199 días para que termine este gobierno en el que su presidente y sus “colaboradores” perdieron el control, por lo que el país no tiene rumbo y está cada vez peor.
ERWIN(18151)20 de enero de 2022 - 12:57 p. m.
bienvenida la cultura ..excelente articulo
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