Aquí somos expertos en lamentar tragedias, casi nunca en prevenirlas.
El domingo pasado, durante el primer tiempo del partido que se disputaba en el Atanasio Girardot, fue agredido Daniel Ruiz, volante de creación de Millonarios, con un encendedor que lanzaron desde la tribuna en un tiro de esquina.
El asunto no es nuevo. El incidente tampoco. En un partido Millonarios-Medellín, también en el Atanasio Girardot, un hincha del Medellín arrojó un cuchillo a David Macalister Silva.
Cuando Millonarios obtuvo el título de la Superliga en el 2018, algunos hinchas insultaron e intentaron agredir a Andrés Cadavid. La hinchada no permitió que el equipo vencedor, que a la sazón era visitante, diera la vuelta olímpica. Luego se supo que quien había atacado a los jugadores era dirigente de Los del sur, una de las barras bravas del equipo Atlético Nacional. Se supo también que el ingreso al estadio Atanasio Girardot está regulado no tanto por la Policía Nacional o municipal, sino por las barras del equipo local.
La lluvia de monedas y pilas de radios tampoco escasea en ese clásico cuando se disputa en el Atanasio Girardot. La cuestión habla muy mal de la seguridad y de los registros que se hacen para ingresar al estadio, y también del comportamiento de su hinchada y de las estrategias de los directivos del club para frenar la violencia.
A la salida del partido del domingo, en el que tiraron desde insultos hasta encendedores, pasando por monedas de todas las denominaciones, el bus de Millonarios fue atacado por esas mismas barras que en el interior del estadio agredían a los jugadores.
Como se ve, el ataque físico a Millonarios se ha vuelto costumbre cada vez que tiene que enfrentar al Atlético Nacional en Medellín. Este partido concita la atención del universo del fútbol en el país, y hay una rivalidad histórica que debe verse en la cancha y no fuera de ella. Desafortunadamente, hoy no ocurre así. La rivalidad se encarna de muy diversas maneras y días antes se siente la tensión. En el caso del clásico del domingo, se trataba de la fecha final de la ronda clasificatoria, y los ánimos estaban exacerbados; ánimos que se encargó de caldear el propio Atlético Nacional durante toda la semana desde sus redes sociales y sus comunicaciones oficiales…
Los incidentes –y enumero tan sólo unos cuantos de la lista larga y deplorable que se podría enunciar– son lamentables. Y, sin embargo, no se ha sancionado a la plaza (o sólo se ha hecho de manera tímida y parcial) por estos hechos gravísimos que afean la fiesta el fútbol y que la ponen en riesgo. Tampoco se ha oído el más mínimo reproche ni el más mínimo asomo de sanción de parte de la Dimayor desde los incidentes del domingo. Seguro están esperando que sobrevenga la tragedia para poderse lamentar.