Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
De un tiempo para acá se ha vuelto intolerable el acoso que sufren los usuarios de las empresas de telefonía. Hoy no es raro recibir, desde distintos números, varias llamadas al día de personas y de grabaciones que promocionan productos y planes de telefonía celular.
A ese tipo de publicidad indiscriminada, que roba la tranquilidad y hasta la paciencia de los usuarios, se suma la historia de la línea telefónica. Me refiero a que en ocasiones las líneas han pertenecido a otras personas que, en su momento, inscribieron su número en las empresas en las que trabajaban o en entidades crediticias o en centros de comercio en los que es necesario registrar el número de teléfono. En mi caso, la línea telefónica perteneció a Kelly Johana, empleada de Leonisa, reconocida firma colombiana que fabrica ropa interior. Así que de tanto en tanto recibo mensajes de su empresa confirmando pedidos de calzones y de brasieres. Me he cansado de rogarles, por medio de llamadas telefónicas y de mensajes, que por favor me saquen de su lista de empleados, pues la línea ya no pertenece a Kelly Johana.
Pero hay más. La línea telefónica también perteneció al señor Gilberto. Y el señor Gilberto, por razones que no sabría precisar, quedó debiendo una plata a Bancamía. Y si Leonisa tiene una comunicación periódica para el encargo de sus productos, los cobradores de Bancamía son algo más incisivos, como podrá imaginar el lector. No han bastado llamadas al banco, comunicaciones escritas por correo electrónico o mensajes de texto para explicarles que yo no soy el señor Gilberto y que no tengo cuentas pendientes ni nunca he tenido producto alguno con Bancamía.
Seguro que todos los usuarios de líneas telefónicas del país han recibido publicidad y hostigamiento de distintas entidades financieras y de comercio. Esperemos que esta columna llegue a buen puerto para comenzar a frenar el abuso de las empresas con los usuarios. Ojalá que la Superintendencia y las autoridades comiencen a regular esta publicidad indiscriminada y que comiencen a tomarse en serio la protección de la intimidad y de los datos personales de los ciudadanos. Y al señor Gilberto por favor avísenle que lo están buscando.
