En Colombia el hielo no sobrevive fuera de una nevera por debajo de los 4.200 metros sobre el nivel del mar. Sobre esa cota, cada vez más alta por el calentamiento global, la vida es difícil: los niveles de oxígeno en la sangre pueden caer repentinamente, se pierde el aliento, la respiración se agita y la confusión domina los sentidos. Por esa razón Colombia no tiene una cultura alpina: no tenemos nieve a una altitud moderada en donde esquíes y trineos sean habituales. Sin embargo, algunos compatriotas parten en busca del hielo en lugares aún más recónditos en nombre de la ciencia.
Por Juan Diego Soler
Doctor en Astronomía y Astrofísica en la Universidad de Toronto, Canadá. Investigador científico del Instituto de Astrofísica Espacial y Planetología en Roma, Italia. Autor de los libros “Relatos del confín del mundo (y el universo)” y “Lejos de casa”. Escribe sobre ciencia para El Espectador desde 2011.