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Justicia para el futuro

Juan Diego Soler

04 de enero de 2024 - 09:05 p. m.

Piedra negra. Lava fundida solidificada. Roca del tiempo contra el viento o el sol. Así describe a su patria Grace Mera Molisa, poeta y activista por los derechos de la mujer en Vanuatu, una nación compuesta por 83 islas en el océano Pacífico. Es posible que usted no esté al tanto de la existencia de Vanuatu: no clasifica a mundiales de fútbol y hacen falta dos escalas y más de 21 horas de vuelo para ir de Bogotá a su capital, Port Vila. Sin embargo, la existencia de Vanuatu depende del resto del mundo y para esto ha tomado una iniciativa que va a producir una de las noticias más esperadas del 2024.

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La mayor parte de la historia de Vanuatu está en narraciones orales, relatos de navegantes intrépidos e islas que emergen del océano. Hacia 1603, el portugués Pedro Fernandes de Queirós, enloquecido por descubrir un continente perdido, convenció al papa y al rey de España para financiar una expedición y alcanzó con tres navíos la isla que llamó la Austrialia del Espíritu Santo*.

Con un área comparable a Risaralda, Espíritu Santo es la mayor isla del archipiélago de Vanuatu y contiene su mayor elevación, el monte Tabwemasana con 1.879 metros sobre el nivel del mar. Pero la mayor parte de los 340.000 habitantes del país viven en elevaciones mucho menores. Sus hogares y los campos de donde obtienen su alimento están críticamente amenazados por el aumento en el nivel mar.

El nivel medio del mar ha subido 24 centímetros desde 1880. Ese aumento se debe principalmente al deshielo de los glaciares y la expansión del agua del mar a medida que se calienta. Ambos fenómenos están directamente relacionados con el incremento en la temperatura media del planeta como consecuencia de la emisión de gases de efecto invernadero en las actividades humanas.

La subida del nivel del mar ha aumentado el impacto de tormentas e inundaciones costeras en todo el mundo. Seis ciudades en cuatro de la islas de Vanuatu han sido reubicadas después de que sus reservas de agua potable se contaminaran con agua de mar. Los ciclones cada vez más intensos han destruido sus arrecifes de coral. Los peces se alejan cada vez más de sus aguas territoriales. Por eso, el Gobierno de Vanuatu planteó una pregunta crítica para su existencia: ¿se puede demandar a las naciones que no tomen medidas contra el calentamiento global?

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Hace algunos meses, Vanuatu logró que la Asamblea General de las Naciones Unidas pidiera a la Corte Internacional de Justicia un pronunciamiento sobre la responsabilidad en la respuesta frente al cambio climático**. Se espera que a mediados de este nuevo año el más alto tribunal internacional aclare las obligaciones legales de los países para hacer frente a la emergencia climática y cree una vía para que puedan ser demandados si no lo hacen.

No es la primera vez que se intenta una medida similar. Un esfuerzo impulsado por Palau y las Islas Marshall fracasó en 2011. Esta vez Vanuatu tiene el respaldo de 120 países, incluyendo Reino Unido, Francia, Alemania y otras naciones industrializadas. El optimismo es moderado porque, como dice un buen amigo abogado, “nadie puede hacer cumplir el derecho internacional”. Pero cuando la Corte presente sus recomendaciones la estarán escuchando los más de 400 millones de personas en peligro por la subida del nivel del mar y los que lejos de las costas aún creemos en esa ilusión que llamamos comunidad internacional.

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* Historia en el capítulo “Un inmenso mar dotado de delirios”, Relatos del confín del mundo (y el universo). Juan Diego Soler. Penguin Random House Colombia. 2011.

** “ONU aprueba resolución para determinar obligaciones de los países en crisis climática”, El Espectador.

Por Juan Diego Soler

Doctor en Astronomía y Astrofísica en la Universidad de Toronto, Canadá. Investigador científico del Instituto de Astrofísica Espacial y Planetología en Roma, Italia. Autor de los libros “Relatos del confín del mundo (y el universo)” y “Lejos de casa”. Escribe sobre ciencia para El Espectador desde 2011.
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