A veces pareciera que esto del desconfinamiento es una broma de mal gusto. Si bien cada país debe tomar medidas relacionadas con su propio contexto, algunas de ellas carecen de sentido común y pueden algunas veces estar en el límite de la provocación.
En el caso europeo, el desorden es generalizado. No tiene mucho sentido formar parte de una “Unión” Europea si para algo tan delicado como el manejo por fases de una pandemia, países vecinos no se ponen de acuerdo en algunos de los ritmos de la famosa “desescalada”.
Para salvar el turismo, Italia abrirá sus puertas a principios de junio a los visitantes europeos sin necesidad de cuarentena. España y Francia plantean algo similar, pero en ninguno de los tres países parecen estar dadas todas las condiciones para que esto suceda. Si bien es cierto que hay que hacer lo posible para que la temporada no deje más gente sin empleo, el afán de recuperar la economía ha generado que cada país haga un poco cualquier cosa.
No muy lejos de la frontera francesa, en el estado alemán de Baden-Wurtemberg, los niños y jóvenes de las clases donde habrá una transición (el equivalente de quinto de primaria y sexto de bachillerato) regresaron a clase a mediados de mayo. Sin embargo, para el resto, el regreso al colegio está previsto para el 15 de junio, pero no se define todavía si los menores de seis años podrán regresar a los jardines. Eso sí, mientras tanto, todos esos niños están paradójicamente autorizados a ir a jugar al parque. En Francia, los niños pequeños y los menores de seis años sí volvieron a los colegios a mediados de mayo mientras que los jóvenes tuvieron que esperar un poco más. El tema de qué tan contagiosos son los niños menores de 10 años sigue siendo una incógnita pese a que, como lo sugiere un estudio preliminar que está realizando la Universidad de Heidelberg, pareciera que su capacidad de contagio es reducida.
Al mismo tiempo, los futbolistas han reiniciado sus actividades incumpliendo en algunos casos las normas mínimas que les han sido asignadas. Sucedió en Alemania antes del inicio de la Bundesliga con un jugador en Berlín y en España con jugadores del Sevilla. Lo peor del asunto es que parecen salir indemnes y siguen tranquilos con su lujosa vida mientras muchas personas apenas empiezan a darle vueltas a la manzana. Hacen bien aquellos que insisten que no hay que ver a los futbolistas como modelos ejemplares de una sociedad.
Sea lo que fuere, con o sin investigaciones sobre estos temas, se han ido tomando en los diferentes países europeos medidas casi contradictorias tal y como lo muestra un artículo del diario El País sobre el municipio de Le Perthus en la frontera entre España y Francia.
Pero si lo que deciden los gobiernos va para cualquier lado, lo que decide cada ciudadano es todavía más caótico. Con el pasar del tiempo, las personas intentan ubicarse en algún punto de esa línea que separa el confinamiento excesivo y el miedo a salir a la calle, de la convicción de que esto o fue realmente una conspiración o ya pasó, y que es posible volver a una nueva normalidad.
En estos experimentos sociales se ve de todo: los que respetan las normas a rajatabla y prefieren esperar un poco más; los que se liberan del todo y están cansados con lo absurdo de algunas normas; los que van abriendo camino de a poquitos intentando confiar en su sentido común y en el sentido común de las personas que frecuentan.
Si sumamos esas libertades que cada uno se empieza a tomar con los enredos que arma cada gobierno, es muy probable que llegue la famosa segunda ola de contagios de la que tanto se habla. La reciente foto de Paris publicada por el New York Times habla por sí sola… Después vale la pena preguntarse si esta ola se podría evitar, o al menos atenuar, si algunas de las medidas fueran un poco más coherentes.
Sobre el particular, y a excepción de los países gobernados por gente estúpida como Brasil, Bielorrusia o Estados Unidos, no tiene mucho sentido prolongar y prolongar los confinamientos si el sistema de salud no ha colapsado después de cierto tiempo. Lo que se ha visto en estas últimas semanas es que entre más tiempo se mantengan las medidas drásticas, más difícil será volver a la nueva normalidad, recuperar la salud mental y física de muchas personas (en especial de los adultos mayores y de los niños), afrontar las crisis que se avecinan y hacer que las personas salgan a la calle con mesura y no como fieras enjauladas.
@jfcarrillog