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Desde hace un tiempo, se puede ver en la plataforma Netflix la miniserie de cuatro capítulos When They See Us (Así nos ven) sobre el controvertido caso de cinco jóvenes que fueron acusados de manera injusta y racista por un crimen que no cometieron. El hecho, conocido como el caso de “Los 5 de Central Park”, se remite a 1989 cuando fue encontrada al borde de la muerte, y luego de ser violada, una mujer que había salido a hacer ejercicio en el parque una noche de abril.
La policía necesitaba encontrar unos responsables a toda costa y para conseguirlo ejerció una violenta e indebida presión sobre los jóvenes, quienes pese a clamar su inocencia, terminaron declarándose culpables. No bastaron ni las incongruentes versiones dadas por cada uno de ellos, que de hecho confirmaban su no culpabilidad, ni la falta de pruebas concretas para que fueran enviados a prisión. El impacto mediático y la necesidad de encontrar culpables fue tan fuerte que hasta el mismo Trump, desde su postura extremista y su millonaria comodidad, alcanzó a sugerir el regreso de la pena de muerte por este hecho a través de un costoso artículo publicado en cuatro periódicos neoyorquinos. Sin duda, se trató de un momento demasiado doloroso: cuatro vidas de 15 años y una vida de 16 terminaron injustamente en la cárcel ignorando por completo cuál sería su suerte.
Uno de ellos, Korey Wise, ayudó a fundar en asocio con la Universidad de Colorado Boulder el Korey Wise Innocence Project. El objetivo del proyecto es apoyar y revisar casos criminales donde han sido condenadas personas inocentes para que no solo vuelvan a ser libres, sino también puedan rehacer su vida. Y es que volver a la vida tras una injusticia de estas proporciones pareciera no hacer parte de la supuesta y equívoca racionalidad con la que ingenuamente creemos que funciona el mundo. Por fortuna, hay personas como Korey Wise que han logrado mantener su deseo de vivir y seguir adelante. Por fortuna, su experiencia es aleccionante para darnos cuenta de lo que significa la libertad y de lo importante que es querer la vida.
¿Pero cómo se vuelve a la vida tras una injusticia de esta magnitud? Para Ndume Olatushani, esposo de la directora del Wise Innocence Project, quien estuvo 27 años en prisión (20 de los cuales fueron en el corredor de la muerte) luchar por su inocencia daba sentido a su vida. Esa lucha la logró revelar a través del arte, como expresión visible del sufrimiento vivido. De la misma manera que lo formulara en su libro El hombre en busca de sentido el médico austriaco Viktor Frankl, sobreviviente del Holocausto: “lo que importa no es el sentido de la vida en términos generales, sino el significado concreto de la vida de cada individuo en un momento dado”. Es difícil para la mayoría de nosotros dimensionar estas lecciones cuando no nos hemos visto enfrentados a estas situaciones extremas. Es imposible, por más que se quiera, ponerse en el lugar del otro y compartir su dolor para entenderlo mejor. En casos como este la empatía apenas da para admirar a los seres humanos que han tenido la entereza de seguir adelante en medio de la adversidad y para tener compasión de su dolor y sufrimiento.
En un mundo como el de hoy, y de manera más concreta en un país como el nuestro, estas experiencias deberían abrir caminos para entender mejor el impacto de la injusticia a diferentes niveles y lo difícil que es para las víctimas regresar a la vida. Pensar en todas esas personas que se han visto atrapadas en situaciones de violencia estructural es lo mínimo que podemos hacer si deseamos un país en paz. Por desgracia, en los últimos meses se ha ido perdiendo ese deseo desde las instituciones y pareciera existir un desánimo generalizado por lo que pueda pasar. Estamos entrando en un delicado statu quo donde no solo lo urgente no deja tiempo para lo importante, sino también la manera como se prioriza el futuro del país está dejando de lado la defensa de la vida como valor supremo. No existen hoy en día discusiones de fondo sobre cómo recomponer ese valor y urge volver a ellas cuanto antes. Ni las elecciones ni lo que está pasando en otros países nos debe alejar de esa importante tarea de lo que significa el regreso de la vida en Colombia.
@jfcarrillog
