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La vida de los magos

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Juan Felipe Carrillo Gáfaro
26 de abril de 2023 - 10:06 p. m.
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Luego de más de 28 años en La Castellana, la escuela de artes mágicas del mago Richard Sarmiento se traslada para Chía para seguir con sus clases y presentaciones. Conocimos a Richard en uno de esos viajes a Colombia donde el tiempo en la casa se hace eterno y los niños necesitan entretenerse con algo más que las soporíferas pantallas que nos invaden a diario. Esas pantallas que se han ido devorando la cotidianidad de las familias sin que seamos capaces de darnos cuenta de ello para detenerlas a tiempo. Para intentar salir de esa caverna, aterrizamos en unas clases de magia que terminaron siendo en muy pocos días una verdadera lección sobre el arte y lo que significa vivir la cultura en un país como Colombia.

No sé cuántas personas conozcan la escuela y a Richard, pero ha sido la experiencia más cercana a un Hogwarts acicalado con los adornos propios de nuestra idiosincrasia. Desde el primer momento, cuando Richard recibe a sus alumnos vestido de mago, hasta el último minuto, cuando los alumnos hacen una presentación oficial, la magia no solo se ve en los trucos aprendidos. La magia nace de una intención de haber formado y seguir formando jóvenes en algo que para muchos empieza siendo una afición, se convierte en un oficio y termina siendo una manera de vivir. Y es que apostarle a la cultura en un país como el nuestro es un verdadero desafío y salir adelante es quizás el mejor de los trucos.

Por cosas de la vida, tuvimos la fortuna de asistir a la última presentación en la casa-teatrino de La Castellana a finales de febrero del presente año. El escenario, un nostálgico espacio bien construido hace ya un buen tiempo en la parte trasera de la casa, fue testigo de una noche especial para la escuela y sus alumnos. Las más de 60 personas que acudimos al espectáculo logramos entender la dimensión de lo que Richard y su familia construyeron con tanto ahínco. Sin duda esa noche dejó un imborrable recuerdo en la memoria de todos los que estuvimos ahí.

Había en esa especie de escapada bohemia una intención real por hacer de la magia un espacio de humanidad y de bondad: esas dos características que tanta falta nos han hecho como sociedad para sobrevivir las afugias de nuestra desgastada violencia. Había en las palabras de Richard, en sus ojos aguados por la nostalgia de aquel que está dejando una parte de sí mismo en esas paredes, una lección de vida, una esperanza de que aún es posible en Colombia hacer arte, disfrutar de ella y educar a partir de ella.

Cada alumno que pasó por el escenario esa noche dejó claro con sus palabras o con sus gestos que esa lección de vida seguirá perenne. El trabajo de cada uno de ellos y su actitud frente a lo que significa ser artista fueron el mejor homenaje para una escuela de pedagogía de la magia donde se ha logrado hacer realidad lo que Brecht llamó “el arte de saber vivir”.

Es apenas justo volver a esta columna con un homenaje sencillo a una persona sencilla. Dejar la casa de La Castellana solo puede ser una etapa más para la escuela de artes mágicas. El show y en especial la docencia deben continuar porque entre más existan espacios como estos, más se podrá llegar a construir paz desde otra perspectiva. Es fundamental que el distrito apoye la loable tarea del Richard y se dé cuenta del potencial que tiene para enseñar algo más que solo magia. Así muchos podrán vivir, así sea solo por un instante, la vida de los magos.

@jfcarrillog

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Atenas(06773)27 de abril de 2023 - 08:19 p. m.
¡Cuán bien! Y como x arte de magia sacaste este As, desde la manga de estas páginas, pa tu postrer agradecimiento.
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