Me parece el colmo que el periódico El Tiempo haya decidido poner en primera plana la entrevista que Bocas le hizo a uno de los hijos de Uribe. En el fondo el problema no es que la revista lo entreviste, el problema es la intención de dicha entrevista y que además el periódico intente hacerla trascender a cualquier precio. Así es como le empiezan a lavar el cerebro a la gente y así es como sin querer queriendo se le hace daño al país.
En el caso de esta entrevista, no hay que ir muy lejos para darse cuenta de la burda intención de visibilizar al hijo de Uribe (“empresario exitoso”, “deportista obsesivo” y “marido hipertrabajador” según Bocas). De lo contrario es evidente que no tendría ningún sentido entrevistarlo y mucho menos hacerle preguntas relacionadas con la presidencia y la política. Y si las preguntas son aterradoras, las respuestas lo son aún más.
Dice el hijo de Uribe, luego de describir algunos recuerdos de su padre, que él no quiere ser candidato, que el candidato debería ser su hermano. Se trata de un sutil jueguito de distracción para llegado el momento decir que, a falta de candidatos, él o su hermano harán el sacrificio de ayudar al país. Esperemos que no sea así y que termine ahí esa carnavalesca idea de convertir a los hijos de expresidentes en candidatos a la presidencia.
Dice el hijo de Uribe –luego de responder a un par de tonterías como a la pregunta “¿Cuándo tuvo conciencia de lo que es un caballo?” o si fue un novio “Bonbril”– que le da mucho susto Fajardo. Y el problema no es que le dé susto, el problema son las razones que lo sustentan: no le gustan sus compañías y mucho menos sus “inclinaciones socialistas”. ¿De qué está hablando exactamente?
Cuando leí esa frase sentí que el fantasma de Nikita Kruschev perseguía a un país llamado Colombia y lo quería meter en una olla para comérselo vivo. Sentí que el senador McCarthy se levantaba de su tumba para darnos a todos nuestro merecido. Lo sorprendente y contradictorio de este miedo es que, dos preguntas antes, el hijo de Uribe dice valorar la diversidad. ¿En serio?
Después el periodista le pregunta sobre sus temores más íntimos, le da la mano para que hable de la supuesta injusticia que se está cometiendo con Andrés Felipe Arias, lo lleva a comentar sobre política exterior como si estuviéramos frente a un estadista. En el fondo, lo va empujando, entre chiste y chanza, hacia la arena política sin que el mismo entrevistado se vaya dando cuenta.
No tengo nada contra el hijo de Uribe. No tengo nada contra la persona que hizo esta entrevista. Lo que no soporto es su contenido, la manera tendenciosa como se quiere empezar a manipular a los lectores, la manera sesgada como quieren que Fajardo parezca un malandrín. Y aclaro que tampoco soy hincha de este último y mucho menos de Petro.
Yo del periodista habría dejado al hijo de Uribe tranquilo con sus negocios y sus miedos si es que tanto lo aprecia y valora. La prensa tiene en un país como el nuestro una responsabilidad moral preponderante y comenzar a jugar así con la opinión pública es una falta de respeto. Empezar a meternos por las narices a una persona que claramente no piensa en el bienestar de toda una sociedad es prolongar la triste realidad en la que vivimos.
@jfcarrillog