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La supervivencia o no de la democracia mundial depende hoy de la juventud. The Economist realizó un informe a propósito de una encuesta realizada en 30 países, la cual revela que el 42 % de los jóvenes entre 18 y 35 años dice que un régimen militar es “una buena manera de liderar un país”. Un estudio reciente de la Universidad de Cambridge arrojó preocupantes resultados sobre el grado de insatisfacción, y más delicado aún, desafección de los millennials con la democracia. Además, un número significativo de jóvenes tiene una fuerte tendencia a ser seducido por opciones populistas y autocráticas. Ante este panorama, ¿cómo revertir esta gravísima tendencia de la generación millennial y recuperar el sentido de identidad, confianza, credibilidad y satisfacción con la democracia?
La insatisfacción de los millennials con la democracia puede atribuirse, en primer lugar, a la percepción de que las instituciones democráticas no los reconocen, no responden a sus necesidades y preocupaciones ni tampoco garantizan mínimas certezas. El clientelismo, la corrupción, la falta de transparencia y la ineficacia de los gobiernos han erosionado la confianza en el sistema democrático. Además, la creciente desigualdad en la distribución del ingreso y la falta de oportunidades laborales han generado un sentimiento de desilusión y desesperanza entre los jóvenes. Por eso, en Colombia seis de cada 10 jóvenes creen que la única manera de salir adelante es irse del país.
Para revertir esta tendencia, es fundamental abordar estos problemas desde un enfoque de política pública. En primer lugar, es esencial fortalecer la educación en historia y cívica desde temprana edad. Los jóvenes deben comprender la importancia de la democracia y cómo pueden participar activamente en ella. Programas educativos que incluyan debates y simulaciones de procesos democráticos: las instituciones democráticas pueden ayudar a los jóvenes a comprender su relevancia y funcionamiento.
En segundo lugar, los gobiernos deben ser transparentes en sus acciones y decisiones, y rendir cuentas a la ciudadanía. El clientelismo y la falta de transparencia son factores que erosionan la confianza en las instituciones democráticas. Son necesarias políticas que promuevan la rendición de cuentas y la transparencia a todo nivel, particularmente en las órdenes de prestación de servicios.
Además, es crucial que los políticos hablemos menos y escuchemos más, empezando por los jóvenes. Fomentar la participación activa que garantice una representación política propia. Esto puede incluir la creación de espacios donde puedan expresar sus opiniones y propuestas, y la implementación de políticas que faciliten su involucramiento en procesos electorales y en organizaciones civiles. Los jóvenes deben sentir que sus voces son escuchadas y que pueden influir en las decisiones que afectan sus vidas.
Por último, es necesario abordar las preocupaciones económicas y sociales de los jóvenes. La creación de empleo y la reducción de la desigualdad de oportunidades son fundamentales para recuperar la confianza de los millennials en la democracia. Los gobiernos deben implementar políticas que promuevan el crecimiento económico inclusivo y la justicia social.
