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Alemania y el revolcón de la política

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Juan Manuel Ospina
30 de septiembre de 2021 - 04:00 a. m.
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La política está patas arriba y no solo en Colombia. Pasa por un momento de descreimiento ciudadano respecto a políticos y partidos devorados por la incredulidad como consecuencia de su creciente alejamiento de lo que el ciudadano común reclama, necesita: más compromiso y resultados, menos palabras bonitas pero vacías de propósito y contenido. La política se alejó, se desconectó, del ciudadano. O mejor, él se desconectó de ella, dejó de creer en ella, de solicitarle una respuesta a sus necesidades, a sus aspiraciones, a sus sueños.

Asistimos, en el mundo -tal vez salvo en los países anglosajones-, al derrumbe o al menos a la pérdida de control del proceso social que tenían los grandes partidos filosóficamente liberales o socialistas, surgidos en Occidente como productos del orden y aspiraciones propios de la sociedad industrial. Un proceso que se consolidó en el último siglo y medio. En lo político se daba identificación y disciplina partidista a los integrantes de partidos, que disciplinaban y daban un sentido de identidad y pertenencia.

Los cambios del último medio siglo – crisis de la familia tradicional, “desterritorialización” de la vida cotidiana, precarización, inestabilidad laboral, globalización, cosmopolitización de economías y culturas antes nacionales, revolución de las comunicaciones entre las personas y flujos de información accesible - liberan al individuo al despojarlo de vínculos, identidades y lealtades sustentadas, entre otras, por las afinidades y lealtades partidistas. Liberado a su suerte el ciudadano se convierte en especie de huérfano social que en muchos casos busca un nuevo padre que lo asegure ante los riesgos de un mundo hostil. Ello alimenta la fiebre autoritaria hoy presente y actuante en el escenario nacional y mundial.

El alejamiento recíproco del ciudadano y de la política no es definitivo: su crisis empieza a desatar cambios que permitirán su reencuentro. Así se pueden leer los resultados de las elecciones del domingo en Alemania, donde lo significativo no fueron los votos obtenidos por democristianos y socialdemócratas, viejos socios en gobiernos de coalición, sino el avance de los Verdes – el pionero de los partidos verdes en Occidente – impulsados por un masivo voto juvenil y a pesar de una caída significativa de la intención de voto. A Ángela Merkel, tan destacada y reconocida en muchos otros campos, le cobraron su indecisión en el tema de la crisis ambiental, que dos meses antes en pleno verano se ensañó con el país, dramatizando la urgencia de atender con decisión una crisis climática en vías de transformarse en catástrofe climática.

Es una amenaza global que reclama acción y compromiso ciudadano que se traduzca políticamente en la elección de un gobierno con la capacidad y la disposición de “agarrar el toro por los cachos”. Y eso fue lo que sucedió en Alemania, gracias al voto de los jóvenes que, en contra de lo que comúnmente se dice, protestan pero no votan. Se combinaron dos circunstancias: un tema movilizador y no simple embeleco de políticos caza votos; y un partido, Los Verdes, con credibilidad y un claro compromiso con un reclamo ciudadano sentido. Les dieron confianza a los jóvenes y estos le confirieron su voto. Nos recordaron que la política es asunto de confianza, credibilidad y capacidad para tomar decisiones, alejados de cualquier contemporanización e intento de proteger a pequeños o grandes intereses particulares de personas o grupos.

Toda una enseñanza para este país mamado de los políticos conocidos y rechazados, agobiado con problemas que acorralan y paralizan su desarrollo como nación. Necesitamos volver a creer en la política. Pero en otra política: la de los ciudadanos actuando a su servicio, y no la vieja política de los políticos de siempre, al servicio de sus pequeños y muchas veces criminales propósitos. Leer los hechos alemanes da luces para alumbrar el camino de recuperación en Colombia de la verdadera política democrática realizada con partidos de los ciudadanos, para los ciudadanos, y no para los oportunistas de siempre.

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Fernando(03477)03 de octubre de 2021 - 10:39 p. m.
La gran derrotada en el mundo global es la política, porque esta dejó los ideales y principios a un lado; la política terminó siendo un negocio de los dueños del poder, de los magnates, de las grandes familias archimillonarias, terminó en los casinos. Ese es el problema, no otro. La política dejó de ser el medio de transformación y cambios sociales profundos a meros remiendos de zapatero.
PIEDAD(37452)01 de octubre de 2021 - 03:45 p. m.
Muy buen análisis de las circunstancias que nos alejan de la política .
Yesid(xq8m1)30 de septiembre de 2021 - 09:45 p. m.
A propósito de las loas a la Sra. Merkel hasta de columnistas. Otra cara de su legado: https://jacobinmag.com/2021/09/yanis-varoufakis-angela-merkel-divided-europe-north-south-greece-debt-banks-bailout
Camilo(v9l66)30 de septiembre de 2021 - 05:33 p. m.
Es una simple búsqueda, socialismo no, neoliberalismo tampoco. A equivocarse en la mitad.
Atenas(06773)30 de septiembre de 2021 - 03:48 p. m.
Interesante análisis de cómo se derrumban idealismos en occidente. Y cierta/ una cosa son los alemanes y los anglófilos, y otra muy diferente el resto del continente europeo( de quienes Ortega y Gasset con respeto se mofaba) junto con nosotros los latinos ( de quienes con sorna de nosotros se burlaba). Ver el caso de USA hoy, q’ aquí he descrito según vivo, admirable x demás, y sin q’ …..
  • Atenas(06773)30 de septiembre de 2021 - 03:54 p. m.
    …y sin q’ nos sirva de ejemplo es clara prueba de q’ nuestra cultura más gusta vivir en contravia de la lógica y q’ preferimos ser presa de idealismos e ilusiones así terminen en sueños fallidos. Evidente/ somos un continente de quinta categoría pa inteligencias ídem. “Q’ entre el diablo y escoja”, eso lo sabe nuestra clase dirigente, entonces primero echan mano de su porción.
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