La política tributaria y el plan de desarrollo desnudan las intenciones y el alma de los gobiernos; ya empezamos a vislumbrar las de Petro, con sus claroscuros. A nadie le gusta pagar impuestos y se olvida que estos tienen una relación directa con nuestras vidas, gracias a la otra cara de la realidad fiscal, el gasto público en que se invertirá la plata que el Estado nos cobra, que es determinado en el plan de desarrollo y en el presupuesto. En sana lógica democrática se debería conocer la política completa: qué debo pagar y qué harán, qué haremos, con la plata que el Estado recibe. Esa visión comprensiva no se logró por el afán...
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