Los tiempos que vivimos adobados recientemente por la pandemia y la guerra en Ucrania, hacen más patente, desnudan por así decirlo, la fragilidad y la insustituibilidad de la democracia siempre envuelta en esa combinación única de debilidad y resiliencia que la caracteriza. Pero también exponen la fuerza del sentimiento nacional subvalorado en estos tiempos marcados por un cosmopolitismo absorbente y materialista, individualista y ramplón, que sustenta actitudes y aún políticas de claro corte imperialista, por la ligazón indisoluble, natural podríamos decir, entre poder económico y dominancia política.
Es indudable que, en la...
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