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¿Carrusel de la contratación, capítulo Medellín?

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Juan Pablo Barrientos
03 de febrero de 2014 - 07:03 a. m.
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Cumplía 100 días como alcalde cuando le pregunté a Aníbal Gaviria en una entrevista para Teleantioquia y Telemedellín si metía las manos en el fuego por todo su gabinete.

La respuesta fue un contundente sí, adornado de halagos para quienes lo iban a acompañar en sus cuatro años de gobierno. En ese gabinete estaba Diego Gallo, el saliente Secretario de Infraestructura de Medellín y exalcalde de Envigado. También está uno de los mejores amigos del exalcalde Luis Pérez y actual Secretario de Tránsito y Transporte, Omar Hoyos. Cómo dejar por fuera al director del Área Metropolitana, Carlos Mario Montoya. Estos nombramientos fueron bastante cuestionados en su momento (al menos yo los cuestioné y los sigo cuestionando), pero el alcalde, haciendo uso de la facultad de nombrar su gabinete, decidió meter las manos en el fuego por ellos. Hoy se quemó, al menos con uno.

Diego Gallo fue alcalde de Envigado. Recibió uno de los municipios más ricos de Colombia con una deuda de 29 mil millones, y cuatro años después lo entregó con deudas superiores a los 105 mil millones de pesos. Las obras no se vieron y lo más destacado de su gestión fue la biblioteca Débora Arango, la cual dejó a medias. ¿En serio? Un señor que fue pésimo alcalde, que no ejecutó ni se destacó por obras de infraestructura, y sobre quien había serias dudas de corrupción, es nombrado en una cartera que maneja más de un billón de pesos y es la encargada de las construcciones públicas en Medellín. Macondo, solo pasa en Colombia. No aprendimos nada del carrusel de la contratación de Bogotá.

Para contextualizar un poco: Diego Gallo estaba negociando predios innecesarios para Medellín con miembros de la mafia; inflaba avalúos; presionaba a otros miembros del gabinete para que le ayudaran con la 'vuelta' y no hicieran demasiadas preguntas; falsificaba documentos públicos para tratar de incriminar al exalcalde Alonso Salazar; tenía una oficina por fuera de la Alpujarra donde hacía sus negocios; él mismo iba y negociaba los predios, etc. Este escándalo se descubrió en diciembre, pero la alcaldía se limitó a informar de 'cambios en el gabinete' y así fue reseñado por El Colombiano el día de las velitas: "la Alcaldía anunció ayer el nombramiento de Javier Darío Toro Zuluaga como secretario de Infraestructura Física de la ciudad, en reemplazo del funcionario saliente, José Diego Gallo Riaño". El alcalde escogió una fecha perfecta, en la cual nadie lee prensa, para quitarse ese gallo de encima y hacer pública su salida. Solo hasta esta semana y gracias a Alonso Salazar, nos enteramos de ésto, que me atrevo a decir, podría ser la punta del iceberg del carrusel de la contratación, capítulo Medellín.

Es imperativo que la alcaldía investigue cada uno de los contratos que el señor Gallo firmó. La compra de predios para el Cinturón Verde es solo uno de los cientos de negocios que este personaje hizo a nombre de los medellinenses. En dos años se pudo haber robado mucho como secretario, pero no tanto como lo que se pudo haber robado como alcalde de Envigado en cuatro años.

No es desproporcionado decir que este podría ser, tristemente, nuestro carrusel de la contratación. Entregarle la cartera con más presupuesto a Diego Gallo era como entregarle el ICBF a Garavito. Queda por descubrir qué roles jugaron la secretaria del Medio Ambiente, Ana Milena Joya, y la directora de la EDU (Empresa de Desarrollo Urbano) Margarita Ángel en todo este escándalo. A pesar de que quedan muy mal paradas con el estudio preliminar de la Secretaría de Control Interno, ahí siguen, ni una suspensión les aplica.

Hay que resaltar que aunque no se hizo público de inmediato, el alcalde Aníbal Gaviria, quien creo firmemente, es un hombre honesto, tomó cartas en el asunto y despidió a Diego Gallo. Ojalá, con la misma contundencia, llegue hasta el fondo del asunto y entregue a las autoridades a los otros cabecillas de la Oficina que manejaba este nefasto personaje. En Medellín puede ser más fácil robar, pues las obras se ven, diferente a Bogotá donde no hacían y también robaban.

Punto aparte:

Disfruté esta semana del Hay Festival en Cartagena. Una frase de Juan Gabriel Vásquez en una de sus conferencias fue motivadora: "un columnista es alguien que no teme generar enemigos. Si le teme a ellos y a los insultos no puede ser columnista".
 

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