Al final de cuentas fue el Tribunal quien salvó a Petro y no las protestas cada día más famélicas.
La decisión del Tribunal Superior de Cundinamarca llenó a muchos corazones con regocijo (menos el del Procurador), pero quienes salieron a las manifestaciones, quienes acamparon en la Plaza de Bolívar, no deben gritar victoria. Ellos no ganaron. No fue gracias a ellos que Petro se quedó en el Palacio de Liévano. Ellos hicieron bulla, movieron opinión durante un par de semanas, pero luego terminaron por convertirse en algo incómodo, algo casi invisible, algo de lo que no se hablaba.
Dirán que los medios de comunicación los callaron. Que las cámaras y los micrófonos no volvieron a interesarse después de unos días. Incluso señalarán que una gigantesca conspiración acalló el tema para echarle tierra al alcalde y hacer que el asunto se esfumara. Sin embargo, la cosa va por otro lado.
Los líderes, si es que los hubo, del movimiento de rechazo al fallo que destituía al alcalde Petro nunca consolidaron un verdadero movimiento. No aprovecharon el momento en que la espuma de los acontecimientos subió para generar una verdadera movilización social. Primero llenaron la Plaza de Bolívar, pero con el paso de las semanas llegaban menos y menos personas a los ‘baños de balcón’ que se daba el alcalde.
¡Qué diferencia frente a lo que está pasando en Ucrania! Allí, el movimiento de los Euromaidan ha puesto a temblar al gobierno, ha obligado a reuniones de urgencia con la oposición, ha movilizado gente en ciudades y campos en contra de la decisión de alejar a ese país de la Unión Europea. Las protestas, en lugar de hacerse más pequeñas, van creciendo aunque lamentablemente aparece la violencia que todo envilece. Sin embargo, las imágenes hablan por sí solas: hay compromiso, hay liderazgo y la gente no se arredra con el paso de los días.
Lamentablemente, somos un país de indignaciones fosforadas, donde la chispa del inconfomismo enciende fácil, pero se apaga a los cinco segundos. Esas son nuestras protestas, nuestras marchas y manifestaciones. No hay constancia, no hay compromiso. Por eso nunca será por un plantón en la Plaza de Bolívar que las cosas cambiarán. Por eso a los jueces les toca legislar.
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#PreguntaSuelta: ¿Pastrana y Uribe amigos? ¿Cuál será la reconciliación politiquera de mañana?
@colombiascopio
Al final de cuentas fue el Tribunal quien salvó a Petro y no las protestas cada día más famélicas.
La decisión del Tribunal Superior de Cundinamarca llenó a muchos corazones con regocijo (menos el del Procurador), pero quienes salieron a las manifestaciones, quienes acamparon en la Plaza de Bolívar, no deben gritar victoria. Ellos no ganaron. No fue gracias a ellos que Petro se quedó en el Palacio de Liévano. Ellos hicieron bulla, movieron opinión durante un par de semanas, pero luego terminaron por convertirse en algo incómodo, algo casi invisible, algo de lo que no se hablaba.
Dirán que los medios de comunicación los callaron. Que las cámaras y los micrófonos no volvieron a interesarse después de unos días. Incluso señalarán que una gigantesca conspiración acalló el tema para echarle tierra al alcalde y hacer que el asunto se esfumara. Sin embargo, la cosa va por otro lado.
Los líderes, si es que los hubo, del movimiento de rechazo al fallo que destituía al alcalde Petro nunca consolidaron un verdadero movimiento. No aprovecharon el momento en que la espuma de los acontecimientos subió para generar una verdadera movilización social. Primero llenaron la Plaza de Bolívar, pero con el paso de las semanas llegaban menos y menos personas a los ‘baños de balcón’ que se daba el alcalde.
¡Qué diferencia frente a lo que está pasando en Ucrania! Allí, el movimiento de los Euromaidan ha puesto a temblar al gobierno, ha obligado a reuniones de urgencia con la oposición, ha movilizado gente en ciudades y campos en contra de la decisión de alejar a ese país de la Unión Europea. Las protestas, en lugar de hacerse más pequeñas, van creciendo aunque lamentablemente aparece la violencia que todo envilece. Sin embargo, las imágenes hablan por sí solas: hay compromiso, hay liderazgo y la gente no se arredra con el paso de los días.
Lamentablemente, somos un país de indignaciones fosforadas, donde la chispa del inconfomismo enciende fácil, pero se apaga a los cinco segundos. Esas son nuestras protestas, nuestras marchas y manifestaciones. No hay constancia, no hay compromiso. Por eso nunca será por un plantón en la Plaza de Bolívar que las cosas cambiarán. Por eso a los jueces les toca legislar.
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#PreguntaSuelta: ¿Pastrana y Uribe amigos? ¿Cuál será la reconciliación politiquera de mañana?
@colombiascopio