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En la lucha contra el calentamiento global y el cambio climático, las barreras comerciales anunciadas por la Unión Europea para evitar la deforestación en las zonas tropicales, sin un compromiso simultáneo de compensación económica a los países que conservan las áreas de bosque húmedo tropical (BHT), demuestran una vez más que la Unión Europea continúa tratando de obtener de manera gratuita los beneficios de regulación climática que el BHT genera. El BHT y sus servicios ambientales no se conservan por “obra y gracia del espíritu santo”; hacerlo tiene un alto costo que hasta ahora ha sido asumido, sin compensación, por los países propietarios del BHT que provee regulación climática de importancia global.
Esto parcialmente explica por qué en la reciente reunión de países amazónicos (adelantada por Brasil en Belém do Pará) uno de los puntos que quedaron en la Declaración de Belém fue la reacción contra “la proliferación de medidas comerciales unilaterales basadas en requisitos y normas ambientales que constituyen barreras comerciales”, las cuales, según los firmantes, “afectan principalmente a los pequeños agricultores de los países en desarrollo, la búsqueda del desarrollo sostenible, la promoción de los productos amazónicos y los esfuerzos para erradicar la pobreza y combatir el hambre”.
Los países que lideraron la industrialización —Estados Unidos, los miembros de la Unión Europea y recientemente China— son los responsables principales del calentamiento global; en consecuencia, son ellos quienes mayormente deben asumir los costos planetarios de adaptación y mitigación frente al cambio climático. Esto, siguiendo el principio, internacionalmente aceptado, de responsabilidades comunes pero diferenciadas.
En este contexto, la propuesta de la Unión Europea presenta una gran limitación: disminuye, cuando no anula, la probabilidad de hacer una contribución a los servicios ambientales de regulación climática derivados de la conservación del BHT. El problema es que no se proponga una valoración económica de los beneficios derivados de la conservación del BHT de forma simultánea al anuncio de las barreras comerciales a los productos asociados a la deforestación. El propósito sería contribuir, al menos de manera parcial, a cubrir los costos asociados a la conservación del BHT y la generación de los servicios ambientales de regulación climática que se pretenden mantener. El principal costo es el de oportunidad por no deforestar ni usar ese territorio en la producción de monocultivos que generarían ingresos en el corto plazo para los países que, dentro de sus fronteras, tienen territorios hoy cubiertos por BHT.
Si no hay compensaciones económicas a los países que conservan BHT, su posibilidad de conservación es muy baja. La iniciativa de canje de deuda por gestión climática puede concretarse, en una primera etapa, con la disminución de la deuda en montos relativos al área de BHT que los países conserven y, luego, con la transferencia directa de recursos financieros según cuán efectiva es la gestión climática adelantada por cada país en conservar BHT.
Las barreras comerciales-ambientales para la conservación del BHT, sin compensaciones por la gestión de conservación efectiva del BHT a los países propietarios, son inservibles o poco eficientes como mecanismo de conservación. Las compensaciones económicas son un incentivo determinante que le daría mayor probabilidad de éxito a la conservación del BHT y los servicios climáticos asociados, y son una acción que se enmarcaría dentro de la propuesta de justicia climática anunciada por la Unión Europea.
