Cambio climático: implicaciones para Colombia

Juan Pablo Ruiz Soto
24 de octubre de 2018 - 07:45 a. m.

Dramáticos e importantes efectos para Colombia se deducen del reciente informe sobre cambio climático (CC) que acaba de publicar el Panel Intergubernamental de Expertos de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés).

El IPCC, establecido en 1988, provee al mundo con evaluaciones comprensivas basadas en información científica, técnica y socioeconómica sobre el CC, sus consecuencias ambientales y socioeconómicas, y las posibles opciones para adaptarse o mitigar sus efectos. El IPCC es la autoridad mundial en el tema.

Las recientes lluvias torrenciales en La Guajira y Santander, que han cobrado vidas humanas, provocado inundaciones y destruido vías e infraestructura; las avalanchas en Marquetalia y Mocoa, y el cambio en el régimen de lluvias para la agricultura son eventos que demuestran que lo que el IPCC había anunciado en su informe del 2001 está ocurriendo.

Esto sucede porque la temperatura ha aumentado 1,0 °C y pronto las cosas serán aún más graves, pues llegaremos mínimo a 1,5 °C. El documento del IPCC urge por acciones prontas y efectivas para evitar que el calentamiento pase de 1,5 a 2 °C, pues serán mucho mayores los impactos si el calentamiento llega a 2 °C.

Con 1,5 °C habrá climas aún más extremos, aumentando en frecuencia, intensidad y cantidad las precipitaciones y sequías. Esto señala para Colombia la urgencia de recuperar y proteger la vegetación boscosa en riberas de ríos, quebradas y nacimientos de agua (estructura ecológica principal en las cuencas andinas), y reubicar zonas de pueblos y ciudades hoy en laderas de alto riesgo, para evitar la pérdida de vidas humanas y desastres económicos.

Según el IPCC, limitar el calentamiento a 1,5 °C es aún factible, pero requiere transiciones rápidas y de gran alcance en energía, uso de la tierra, industria, transporte y ciudades. En el sector eléctrico —para referirnos a un sector cuyo desarrollo genera gran polémica nacional—, la cantidad de carbón usada para generar electricidad a nivel global debería reducirse para el 2030 en un 45 % con respecto a los niveles de 2010 y alcanzar el cero neto o máximo el 2 % para 2050. Las fuentes renovables deben suministrar 48-60 % de electricidad para 2030 y 70–85 % para 2050. El desarrollo tecnológico y las tendencias económicas permiten hacer real esta propuesta; el mundo se está moviendo rápidamente a energía eólica y solar: en Colombia, bloqueos y decisiones institucionales impiden el avance. Es absurdo proponer termoeléctricas en reacción a la crisis de Hidroituango.

De otra parte, dadas las reservas de carbón que tenemos, Colombia debe negociar, en el marco de la COP 24, una compensación para dejar enterrado parte del carbón y recibir a cambio lo que captaría el Gobierno como regalía si extrajera las reservas disponibles entre hoy y el 2050. Estos recursos deberán invertirse en adaptación y mitigación del CC.

El IPCC señala que los compromisos actuales del Acuerdo de París no son suficientes para limitar el calentamiento a 1,5 °C, y los gobiernos necesitan fortalecer políticas climáticas nacionales. Esto debe ser precisado a finales de este año en la COP 24, en Polonia.

Colombia está muy retrasada en medidas preventivas y por falta de planificación estamos asumiendo altos costos atendiendo desastres. El nuevo Plan Nacional de Desarrollo debe tomar el CC como uno de sus ejes conductores.

 

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