Pocos colombianos están enterados de que este lunes terminó la COP15 (cumbre de biodiversidad de Naciones Unidas). En la COP15 se establecieron acuerdos globales destinados a detener y revertir la pérdida de biodiversidad. Dado que Colombia es uno de los países más ricos en biodiversidad del mundo, en estas COP somos potencia de vida y tenemos mucho que decir, negociar y lograr. El antecedente negativo de la COP15 es que los países no cumplieron los objetivos establecidos en el último acuerdo mundial sobre biodiversidad, que expiró en 2020.
En la COP15, Colombia, junto a otros países biodiversos, lideró la propuesta de crear un fondo especial para financiar en el corto plazo las estrategias y los planes de acción nacionales en materia de biodiversidad (NBSAP, por sus siglas en inglés). Esta propuesta da una salida para que los países que tienen compromisos claros de conservación reciban apoyo inmediato y que los países que quieran aportar a la conservación lo hagan y sus recursos sean efectivamente utilizados. Colombia ya tiene declarado más del 30 % de su territorio marino y continental bajo alguna categoría de área protegida. La ministra de Ambiente de Colombia reiteró lo ya mencionado por el presidente Petro en diversos foros y es que, si bien los recursos de la cooperación internacional son indispensables, es necesario ir mas allá y hacer efectivo el canje de deuda externa por compromisos y acciones efectivas para la conservación de la naturaleza y los servicios ecosistémicos. La ministra Muhamad propuso que al menos el 10 % de lo que Colombia hoy transfiere como pago de la deuda externa se redireccione para enfrentar la crisis climática y la pérdida de biodiversidad. Complementario al fondo, Colombia debe avanzar con medidas internas y negociaciones bilaterales para conservar su biodiversidad, dada la importancia de los servicios ecosistémicos provistos por la naturaleza para la población colombiana, especialmente para los grupos más pobres de la población. Tenemos que dar pasos contundentes en temas de educación para que todos mejoremos nuestra comprensión de la importancia de tener una relación amable con la naturaleza, mejorando así la capacidad de liderazgo y gestión ciudadana. Para lograr resultados a escala nacional, debemos divulgar las buenas prácticas y mejorar la transferencia de tecnología para adelantar procesos de producción sostenible.
Los fuertes vínculos entre pobreza, cambio climático y biodiversidad hacen necesario prevenir la degradación de la naturaleza, lo que exige aumentar las inversiones para su protección. Las comunidades deben ser apoyadas con inversiones que impulsen soluciones basadas en la naturaleza, tanto para enfrentar los impactos de cambio climático como para evitar mayores pérdidas de biodiversidad. En este propósito la forma como quede estructurado el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 (PND) será determinante y su enfoque integral de gestión ambiental y bienestar económico y social debe combinar acciones desde el Gobierno Nacional, los ministerios, los gobiernos locales y las comunidades. Se requiere redireccionar recursos financieros, lo que exige, entre otras cosas y solo para mencionar algunas acciones, suspender los subsidios al consumo de combustibles fósiles (precio de la gasolina), apoyar la bioeconomía, la economía circular, el desarrollo de la agroecología, la agricultura regenerativa y disminuir el apoyo al uso intensivo de fertilizantes químicos, que son dañinos para la naturaleza.
Como está propuesto en las bases del PND, la política ambiental tiene que estar integralmente articulada a la propuesta de desarrollo y las políticas públicas deben apuntar a valorar de manera más adecuada los servicios de la naturaleza.
