La COP27 se adelantó en medio de la amenaza de recesión económica global y de la crisis de abastecimiento de gas y petróleo por cuenta de la confrontación entre Rusia y Ucrania. En estas circunstancias era de prever que los resultados serían pobres y lo fueron. Durante la COP27 no se acordaron medidas para presionar a los países a reducir sus emisiones ni se estableció un compromiso explícito para eliminar gradualmente el uso de combustibles fósiles (carbón, gas natural y petróleo). Solo quedaron algunas promesas de asumir responsabilidades y ayudar a los países más pobres y vulnerables a enfrentar los efectos negativos del cambio climático.
Gracias por ser nuestro usuario. Apreciado lector, te invitamos a suscribirte a uno de nuestros planes para continuar disfrutando de este contenido exclusivo.El Espectador, el valor de la información.
La COP27 se adelantó en medio de la amenaza de recesión económica global y de la crisis de abastecimiento de gas y petróleo por cuenta de la confrontación entre Rusia y Ucrania. En estas circunstancias era de prever que los resultados serían pobres y lo fueron. Durante la COP27 no se acordaron medidas para presionar a los países a reducir sus emisiones ni se estableció un compromiso explícito para eliminar gradualmente el uso de combustibles fósiles (carbón, gas natural y petróleo). Solo quedaron algunas promesas de asumir responsabilidades y ayudar a los países más pobres y vulnerables a enfrentar los efectos negativos del cambio climático.
Se rescata la creación del Fondo de Pérdidas y Daños (FPD) para apoyar y compensar a los países en desarrollo por los daños y pérdidas causados en sus territorios debido al calentamiento global. Los recursos para el FPD deben ser aportados por los países responsables del calentamiento global. El punto crítico es que aún no hay asignaciones ni reglas de juego claras. No se acordó nada respecto a las transferencias que los países deben hacer según su contribución histórica y actual de emisiones de gases efecto invernadero, ni cómo o en qué proporción se cubrirán los daños y pérdidas que están afrontando los países de menor ingreso y los más vulnerables. Para superar estas deficiencias, se acordó que un comité con representantes de 24 países elabore, para la próxima COP28, una propuesta para determinar qué forma debería tomar el fondo, qué países deberían contribuir y a dónde debería ir el dinero. La creación del FPD es un paso adelante al menos en términos éticos y, desde la justicia climática, un reconocimiento de responsabilidades de los grandes emisores de gases efecto invernadero, históricos y actuales, como causantes principales del calentamiento global.
Sin embargo, lo negociado aclara que las principales naciones responsables de las emisiones no son legalmente responsables de los pagos. Esto genera dudas y falta ver cómo el FPD se convierte o no en un apoyo financiero efectivo. Como punto de partida, durante la COP27 algunos países europeos comprometieron US$300 millones al FPD.
La creación del FPD fue apoyada por 134 países y liderada por Pakistán. La magnitud de lo ocurrido allí sirvió de referente sobre lo que están asumiendo y pueden enfrentar los países más vulnerables. El apoyo a la iniciativa por parte de la Unión Europea contribuyó a que luego Estados Unidos también la acogiera. Sin embargo, vale recordar que la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido y Japón ya tenían el compromiso de transferir US$100.000 millones anuales para el financiamiento de temas relacionados con el cambio climático, que no se ha cumplido.
Durante la cumbre se propuso reformar el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Sus directores aceptaron el llamado para ayudar a los países en desarrollo a enfrentar y adaptarse a la crisis climática. Esto debería movilizar mayor financiamiento de manera más rápida, ofrecer a los países tasas de interés más bajas, realizar canjes de deuda por gestión climática y dar mayor tiempo con menores intereses para realizar los pagos de la deuda acumulada después de grandes desastres.
En síntesis, nos movemos en la dirección correcta, pero sobre una banda que va a mayor velocidad y en sentido contrario. Ahora tenemos que pasar de caminar a trotar si no queremos ser arrastrados al abismo.