En una viva discusión entre académicos, unos afirman que el sistema capitalista es el responsable de la crisis climática y que la única manera de evitar un mayor calentamiento global es el cambio de sistema económico. Otros señalan que las causas son el proceso de industrialización intensivo en el uso de energía fósil y el consumo excesivo en los países ricos y en las capas ricas de los países en desarrollo; así las cosas, la solución estaría en modificar los procesos productivos y migrar a formas de producción y consumo sostenibles, basadas en fuentes renovables de energías alternativas. ¡Si la condición es erradicar el sistema capitalista para evitar una mayor crisis climática, el tiempo no da!
Los países responsables de las mayores emisiones de gases efecto invernadero no se han planteado terminar el capitalismo. Sus economías se mueven determinadas por los procesos de competencia, acumulación de capital y alto consumo: Estados Unidos, Europa, Corea y Japón. China, que no se reconoce como un régimen capitalista pues conserva propósitos socialistas, se ha abierto a la producción capitalista y al uso intensivo de hidrocarburos en su dinámica productiva (Coase & Wang, 2013). Rusia, referente comunista por muchos años, es el tercer país que en el acumulado histórico (1750-2020) más ha aportado dióxido de carbono a la atmósfera (Agencia Internacional de Energía, 2022). Así las cosas y sin pretender resolver el debate —por razones pragmáticas y no teóricas—, me inclino por la propuesta reformista dentro del capitalismo. Impulsar alianzas entre el sector público y privado para encontrar soluciones tecnológicas que aceleren la descarbonización.
No hay tiempo ni modelo económico a seguir. En el corto plazo, nos toca cuestionar pero actuar dentro del modelo capitalista y, simultáneamente, como lo señala M. Guzmán (El Tiempo, mayo 18, 2023) hay que crear y enseñar una nueva idea de progreso y bienestar.
Green Growth that Works (L. Mandle et al., 2019) es un documento que da muchas luces. El libro muestra un conjunto de políticas y mecanismos financieros que canalizan recursos económicos para asegurar los beneficios de conservar y valorar el capital natural. Presenta iniciativas concretas que han generado resultados positivos en diversos países. Procesos que se han enmarcado en mejorar la equidad y el bienestar social mediante la superación de la pobreza, el acceso a la información y a los bienes y servicios ambientales. Incluye acciones de gobiernos, sector privado, academia, instituciones financieras y organizaciones de la sociedad civil.
Entre los ejemplos, presenta estrategias de subsidios e incentivos gubernamentales, legislación para mitigar el cambio climático, acciones voluntarias de conservación, fondos para conservación y recuperación de fuentes hídricas, transacciones basadas en principios de mercado, transferencias bilaterales y multilaterales, y múltiples ejemplos de pago por servicios ambientales. La descripción de casos concretos está acompañada de mecanismos para llevar a una mayor escala la gestión y sus impactos. En cuanto a países, presenta el caso de China y Costa Rica, donde, mediante políticas comprensivas e inclusivas, se han implementado políticas de crecimiento verde con impactos nacionales o regionales.
El libro presenta muchos casos de acciones exitosas para mitigar y adaptarnos al cambio climático, aun en medio de un mundo dominado por regímenes capitalistas. De su lectura se desprende que hay que mejorar la distribución de la riqueza entre los países y en cada país; impulsar el decrecimiento de producción y consumo en los países de alto ingreso per cápita y en paralelo aumentar la producción y el consumo sostenible en los países pobres.