LA CRISIS FINANCIERA QUE SE ORIginó en EE.UU. y ahora recorre el mundo, nos señala que el planeta está cada vez más interrelacionado y entre los temas de alta interrelación está el cambio climático (CC).
Si bien la emisión de gases efecto invernadero (GEI) está concentrada en los países ricos y China, sólo entre EE.UU. y China generan casi el 40% del total, los impactos del CC recorren, como la crisis financiera, todo el planeta. Su impacto global se manifiesta en los trópicos e intensifica los períodos de lluvia; en las zonas templadas los huracanes aumentan frecuencia e intensidad y los casquetes polares se derriten. Esto sin entrar a mencionar otra infinidad de efectos ecológicos, que son menos evidentes, pero no menos importantes.
La crisis financiera puede tener serios efectos sobre la financiación de los programas de mitigación y adaptación al CC, pues los fondos que hoy financian acciones en los países afectados por el CC tienen origen en aportes de los países ricos generadores del problema. La comunidad internacional trabaja para que los países ricos asuman su responsabilidad respecto al CC, pero esto aún no se logra, pues países como EE.UU. no han firmado la Convención de Kioto y, si escuchamos los debates presidenciales en ese país, vemos que el tema ambiental se toca de manera muy somera y no hay propuestas para grabar a las empresas contaminantes, ni a los consumidores que sobrepasen ciertos niveles de consumo de energía, en síntesis, no hay una propuesta de cómo asumir en el corto plazo su responsabilidad en la crisis ambiental global. Se habla de energía alternativa sólo pensando en la autonomía nacional y no se hacen llamados a disminuir el consumo o cambiar formas de vida que significan un alto costo ambiental. En la crisis es muy probable que los EE.UU. prefieran atender los problemas internos que aportar para mitigación y adaptación al CC por fuera de sus fronteras.
En el contexto global, aún no se toman determinaciones para bloquear el comercio de productos que provengan de procesos industriales altamente contaminantes o de países que no se acojan a los acuerdos internacionales a favor del medio ambiente.
En otras regiones se registran avances. Por ejemplo, el pasado 7 de octubre, la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo aprobó llegar a un 20% de reducción de GEI de los niveles de 1990 para el año 2020. El aspecto más discutido en la Comisión es el de las cuotas de emisión para las empresas, especialmente las eléctricas. Hasta ahora, y en función de los objetivos fijados en el Protocolo de Kioto para la UE, cada país asigna derechos de emisión de dióxido de carbono gratuitos. Sólo si se sobrepasan esos límites hay que comprar derechos suplementarios o acudir a alguno de los mecanismos previstos de compensación. A partir de 2013, todas las emisiones tendrán precio, y si se sobrepasan los límites habrá una penalización suplementaria. Esto significa que Europa mantiene políticas ambientales, aun en medio de la crisis económica.
El pasado 13 de octubre, el presidente el Banco Mundial, R. Zoellick, en su discurso durante el encuentro anual de gobernadores de la institución, retomó el tema del medio ambiente y reconoció que los altos precios de la energía favorecen la conservación, la eficiencia, la oferta alternativa y el desarrollo de nuevas tecnologías, pero que los pobres están más expuestos por los altos precios y por el CC. Propone un nuevo acuerdo global entre productores y consumidores de energía que incluya entre otros temas la búsqueda de fuentes alternativas, mejorar la eficiencia y disminuir el consumo, asistir con energía a los grupos más pobres, evaluar cómo la política energética global se relaciona con el CC y revaluar los precios de las emisiones de carbono en el marco de la convención de CC de Naciones Unidas.
Ratificó el apoyo del Banco Mundial al Fondo de Carbón y al Fondo de Bosques y Carbón que apoya proyectos de deforestación evitada y conservación de bosques. También anunció que hace dos semanas se confirmó la capitalización con US$ 6,1 billones para el Fondo de Inversiones para el Clima, que proveerá recursos a los países en desarrollo para que manejen temas de CC articulados a sus planes de desarrollo.
En fin, lograr que la globalización sea inclusiva en los temas positivos y sostenible en términos sociales y ambientales es un reto global en el cual todos estamos involucrados. Esperamos que la crisis financiera no signifique que se frene el apoyo financiero de los países responsables del CC a los países y grupos pobres que padecen los negativos efectos de un problema generado por otros.
* Economista con especialidad en manejo de recursos naturales en el Banco Mundial. Sus puntos de vista no representan ni pueden atribuirse a la entidad para la cual trabaja.
LA CRISIS FINANCIERA QUE SE ORIginó en EE.UU. y ahora recorre el mundo, nos señala que el planeta está cada vez más interrelacionado y entre los temas de alta interrelación está el cambio climático (CC).
Si bien la emisión de gases efecto invernadero (GEI) está concentrada en los países ricos y China, sólo entre EE.UU. y China generan casi el 40% del total, los impactos del CC recorren, como la crisis financiera, todo el planeta. Su impacto global se manifiesta en los trópicos e intensifica los períodos de lluvia; en las zonas templadas los huracanes aumentan frecuencia e intensidad y los casquetes polares se derriten. Esto sin entrar a mencionar otra infinidad de efectos ecológicos, que son menos evidentes, pero no menos importantes.
La crisis financiera puede tener serios efectos sobre la financiación de los programas de mitigación y adaptación al CC, pues los fondos que hoy financian acciones en los países afectados por el CC tienen origen en aportes de los países ricos generadores del problema. La comunidad internacional trabaja para que los países ricos asuman su responsabilidad respecto al CC, pero esto aún no se logra, pues países como EE.UU. no han firmado la Convención de Kioto y, si escuchamos los debates presidenciales en ese país, vemos que el tema ambiental se toca de manera muy somera y no hay propuestas para grabar a las empresas contaminantes, ni a los consumidores que sobrepasen ciertos niveles de consumo de energía, en síntesis, no hay una propuesta de cómo asumir en el corto plazo su responsabilidad en la crisis ambiental global. Se habla de energía alternativa sólo pensando en la autonomía nacional y no se hacen llamados a disminuir el consumo o cambiar formas de vida que significan un alto costo ambiental. En la crisis es muy probable que los EE.UU. prefieran atender los problemas internos que aportar para mitigación y adaptación al CC por fuera de sus fronteras.
En el contexto global, aún no se toman determinaciones para bloquear el comercio de productos que provengan de procesos industriales altamente contaminantes o de países que no se acojan a los acuerdos internacionales a favor del medio ambiente.
En otras regiones se registran avances. Por ejemplo, el pasado 7 de octubre, la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo aprobó llegar a un 20% de reducción de GEI de los niveles de 1990 para el año 2020. El aspecto más discutido en la Comisión es el de las cuotas de emisión para las empresas, especialmente las eléctricas. Hasta ahora, y en función de los objetivos fijados en el Protocolo de Kioto para la UE, cada país asigna derechos de emisión de dióxido de carbono gratuitos. Sólo si se sobrepasan esos límites hay que comprar derechos suplementarios o acudir a alguno de los mecanismos previstos de compensación. A partir de 2013, todas las emisiones tendrán precio, y si se sobrepasan los límites habrá una penalización suplementaria. Esto significa que Europa mantiene políticas ambientales, aun en medio de la crisis económica.
El pasado 13 de octubre, el presidente el Banco Mundial, R. Zoellick, en su discurso durante el encuentro anual de gobernadores de la institución, retomó el tema del medio ambiente y reconoció que los altos precios de la energía favorecen la conservación, la eficiencia, la oferta alternativa y el desarrollo de nuevas tecnologías, pero que los pobres están más expuestos por los altos precios y por el CC. Propone un nuevo acuerdo global entre productores y consumidores de energía que incluya entre otros temas la búsqueda de fuentes alternativas, mejorar la eficiencia y disminuir el consumo, asistir con energía a los grupos más pobres, evaluar cómo la política energética global se relaciona con el CC y revaluar los precios de las emisiones de carbono en el marco de la convención de CC de Naciones Unidas.
Ratificó el apoyo del Banco Mundial al Fondo de Carbón y al Fondo de Bosques y Carbón que apoya proyectos de deforestación evitada y conservación de bosques. También anunció que hace dos semanas se confirmó la capitalización con US$ 6,1 billones para el Fondo de Inversiones para el Clima, que proveerá recursos a los países en desarrollo para que manejen temas de CC articulados a sus planes de desarrollo.
En fin, lograr que la globalización sea inclusiva en los temas positivos y sostenible en términos sociales y ambientales es un reto global en el cual todos estamos involucrados. Esperamos que la crisis financiera no signifique que se frene el apoyo financiero de los países responsables del CC a los países y grupos pobres que padecen los negativos efectos de un problema generado por otros.
* Economista con especialidad en manejo de recursos naturales en el Banco Mundial. Sus puntos de vista no representan ni pueden atribuirse a la entidad para la cual trabaja.