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Pesca artesanal y ríos vivos

Juan Pablo Ruiz Soto
07 de diciembre de 2022 - 05:00 a. m.

Hace 40 años, por la fuerza del destino, siempre coincidían la subienda en el río Magdalena y la Semana Santa. La abundancia de pescado y el buen precio permitían que buena parte de la población colombiana cumpliera el mandato eclesiástico de consumirlo el Viernes Santo y los pescadores artesanales estaban de fiesta, logrando una ganancia adicional.

Es preocupante cómo ha disminuido la producción pesquera en el río Magdalena, pasando de 80.000 toneladas en 1975 a 25.000 en 2016. Esto, desde luego, afecta a miles de pescadores artesanales que tradicionalmente han derivado su sustento de esta actividad.

Para el Plan Nacional de Desarrollo (PND) y su propuesta ambiental hay dos actividades que son un buen punto de partida para la recuperación de la cuenca Magdalena-Cauca. El proyecto adelantado desde 2017 por la Fundación Natura, conocido como proyecto GEF Magdalena-Cauca Vive (GEF MCV), busca el desarrollo de acciones articuladas e integrales con vinculación efectiva de los habitantes y usuarios de la cuenca y sus recursos. A través de diversas actividades piloto, el GEF MCV ha demostrado que es posible generar cambios para la recuperación y el mejor uso de los bienes y servicios que ofrecen estos ríos como complejos fluviales y cenagosos. El GEF MCV parte de la necesidad de integrar a los actores locales, comunidades e instituciones para que, mediante el fortalecimiento de su gobernanza sobre la cuenca, se consoliden las diversas actividades que requiere sean adelantadas para la recuperación, manejo y conservación de los recursos acuáticos y la calidad de vida de los habitantes de las zonas ribereñas.

De otra parte, desde el año 2019, la Fundación ALMA, en coordinación con asociaciones y federaciones de pescadores artesanales de distintas partes del río Magdalena, postuló ante el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC) que los conocimientos y técnicas de pesca artesanal de los habitantes ribereños del río Magdalena sean reconocidos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. El CNPC aprobó esta postulación y reconoció que su sistema de saberes, el oficio y las artes especializadas para la captura de los peces, el sistema de vida anfibia, el conocimiento que tienen sobre el río, sobre la ecología del bosque, de la planicie inundable, de la gastronomía, las corrientes del aire y del agua deben ser reconocidos como Patrimonio Cultural de la nación colombiana. Además, solicitó que se formulara participativamente un conjunto de medidas para proteger ese patrimonio. La aprobación del plan de salvaguardia, que incluye medidas específicas, dará un reconocimiento especial a estos pueblos anfibios de Colombia y generará mayor gobernanza sobre la cuenca de parte de los pueblos que la habitan. Esto debe significar que haya posibilidad de gobierno sobre los bienes comunes y se amplíe el marco de gestión territorial del agua, como un espacio habitado por el ser humano y dominado por el agua. Bienvenido el reconocimiento del Patrimonio Cultural Inmaterial de los pescadores artesanales del río Magdalena.

El PND (2022-2026), que incluye como temas transformacionales el ordenamiento del territorio alrededor del agua, la justicia social y el derecho humano a la alimentación, tendrá que apoyar una compleja tarea para recuperar la productividad pesquera de la cuenca Magdalena-Cauca y, adicionalmente, proteger la de todos los ríos de Colombia. ¡Enhorabuena a este propósito nacional! Falta ver de dónde saldrán los recursos. Quizá serán parte de los excedentes generados por la exportación de petróleo en el proceso de transición energética.

 

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