Siempre es posible mencionar proyectos que no quedaron incluidos en el Plan Nacional de Desarrollo (PND); aun así, en aspectos ambientales lo importante es que se ponga en práctica. Hacer o dejar de hacer lo propuesto tendrá serias implicaciones.
Es muy positivo que los aspectos ambientales y de sostenibilidad quedaron mucho mejor posicionados que en cualquiera de los PND anteriores. En el título 1, Parte general, Artículo 1, Objetivos del PND, dice que se pretende “el cambio de nuestro relacionamiento con el ambiente y una transformación productiva sustentada en el conocimiento y en armonía con la naturaleza”. Y cierra diciendo que busca reconocer el valor excelso de la vida en todas sus formas y garantizar el cuidado de la casa común.
El artículo 3 presenta los cinco ejes de transformación, que tienen una clara interdependencia, y hay dos con fuerte énfasis ambiental. El eje 1, Ordenamiento del territorio alrededor del agua, que propone cambiar la planificación del ordenamiento y desarrollo del territorio, dando preponderancia a los determinantes ambientales. El eje 4, Transformación productiva, internacionalización y acción climática, busca apoyar la diversificación de la producción aprovechando el capital natural y usando energías limpias, e impulsar procesos que sean resilientes ante la crisis climática, y que lleven a una reindustrialización de nuestra economía soportada en las potencialidades territoriales y en armonía con la naturaleza.
En el título III, el capítulo 1, Proyectos, políticas y programas para la construcción de la paz, relaciona la construcción de la paz con la política de drogas y al referirse a la sustitución de cultivos de uso ilícito, dice que los programas de reconversión productiva tendrán un enfoque que incluye el respeto ambiental. Dado que el DNP juega un papel central en la aprobación de proyectos para la construcción de la paz, es de esperar que estos se enmarquen dentro del ordenamiento territorial en torno al agua, priorizando los determinantes ambientales para tomar decisiones sobre el uso del suelo.
En su capítulo 2, Ordenamiento del territorio alrededor del agua y justicia ambiental, hay múltiples acciones propuestas para una mejor gestión ambiental. Se crea el Consejo Nacional de Lucha contra la Deforestación, la Defensa del Agua y la Biodiversidad (Conaldef), que debe concretar acciones para detener la deforestación e implementar estrategias de rehabilitación, recuperación y restauración ecológica. En la sección II, El agua y las personas, en el centro del ordenamiento territorial, el artículo 10, Determinantes de Ordenamiento Territorial y su orden de prevalencia, dice que los determinantes de superior jerarquía para definir el uso del suelo son la protección del ambiente y los ecosistemas, el ciclo del agua, los recursos naturales, la prevención de amenazas y riesgos de desastres, la gestión del cambio climático y la soberanía alimentaria. Hacer esto realidad no es fácil, pero es urgente dado el deterioro de las cuencas andinas. Ejecutar esta propuesta será una revolución en el uso del suelo en Colombia y para ello deberán tomar fuerza los Consejos Territoriales del Agua, priorizados en el PND.
Quedan por comentar muchos aspectos ambientales del PND; aun así, cierro acá, enfatizando la importancia de recuperar nuestras cuencas andinas. Iniciemos usando los recursos asignados por el PND para este propósito; si no es suficiente, hay que asignar recursos adicionales. La tarea requiere gran gestión en territorio, ajustes institucionales y un cambio cultural. Todo esto demanda recursos y tiempo. El fenómeno de El Niño nos demostrará que esta es la inversión más efectiva y rentable que puede hacer el país. La tarea es urgente, hay que iniciarla ya y exige trabajo conjunto entre Gobierno y comunidades.
